NIGHTINGALE & CO

Mi experiencia frente al Covid19 por Sara Caldera

 

99155102_180362346611377_6157450421909585920_n

Fotografía: Sara Caldera, TCAE Hospital Universitario de Fuenlabrada (Madrid).

Hoy compartimos el testimonio de Sara Caldera, ella ha estado en primera línea frente al Covid19 desde el minuto cero. No es una heroína, no lleva capa…pero se merece el respeto de todos y su visibilidad ante la sociedad.

Y nos lo cuenta así:

¡Buenas tardes!
Soy Sara Caldera y me gustaría participar en esta campaña.
Soy auxiliar de enfermería en el Hospital Universitario de Fuenlabrada y llevo trabajando en este hospital desde hace tres años.
A finales de abril me volvieron a llamar de Recursos Humanos para empezar en una planta que estaba cerrada por su apertura para pacientes con neumonía y sospecha de COVID-19. Eran los primeros en Fuenlabrada. Empezamos desde el día 1 de marzo con 9 pacientes los cuales, con el paso de los días llegamos a tener la planta entera con habitaciones triples. Se llenó en cuestión de dos semanas. Aquello era una verdadera locura. Lo que hacías un día, al siguiente nada valía.

Recuerdo la angustia de los familiares por apenas tener información, ya que no daban a basto los médicos, porque no podían ver a su familiar ya que la situación no lo permitía.
Recuerdo la poca, por no decir nula, privacidad entre los pacientes considerados como totales, a la hora de los aseos. Que he de destacar, que eran prácticamente todos, ya que, el que no era dependiente de base, lo era independiente pero no podía moverse ya que los teníamos a todos pronados con vx casi a tope por lo que su movilidad era reducida ya que ante cualquier movimiento se desaturaban, se mareaba y no podían en esos momentos valerse por sí mismos, como para ir al baño.

Recuerdo tener que subir la toma del oxígeno al máximo posible al subir la cremallera del sudario para que el/la compañera de habitación no lo oyese o al menos, se disimulase el sonido un poco. Pero era inevitable. Luego había que sacar el cuerpo y, aunque intentaba tapar con la cortina un poco, sabían perfectamente que su compañero de habitación había caído. Te miraban y con lágrimas en los ojos te preguntaban esperanzados de que no fuese así.
Recuerdo las lágrimas entre compañeros por la impotencia, rabia, pena y mil sentimientos encontrados y no encontrados en esos días.
El asombro que nos llevábamos cuando nos, contábamos el parte y te dabas cuenta de cuántos pacientes faltaban ese día, pero ayer estaban y no esperabas su partida.
Aquellos pacientes que llegaban siendo independientes y acababan en la UCI.

Recuerdo a una paciente consciente, orientada y que sabía cuál era su final en cuestión de apenas horas, quizás días, que nos llamaba con el pequeño hilo de voz que le quedaba para que fuésemos a su habitación porque no quería morir sola. Se estaba ahogando, literalmente, pero no era candidata a UCI por sus complicaciones de base. Y aún con una pseudoCPAP  intercalada con ventimask y reservorio e intentando lo máximo porque saliese, acabó diciéndonos adiós.

Salí llorando de la habitación, llena de rabia y con una pena inmensa.
Pero también recuerdo a una paciente que bajó de la UCI, empezó con rehabilitación porque apenas podía andar pero que se le complicó en el último minutos y acabó de nuevo volviendo al mismo lugar, intubada durante casi dos meses cuyo pronóstico era pésimo pero tenía tanta fuerza, tantas ganas de vivir que salió de nuevo de allí. Subió a planta y junto con la rehabilitación, dentro de lo que cabe, está sana, estable y fuera de peligro. Aquí también lloro, pero de emoción.

04ba4ed6-c81c-4d29-8a00-b1d7ed518c4c

Fotografía Nightingale&Co©

También se me caen las lágrimas al recordar a los soldados a los cuales les hacíamos el típico pasillito para despedirle entre aplausos. Creo que mi trabajo no me ha llenado tanto que en esos momentos, donde entre lágrimas y besos al aire, te dan sus gracias más sinceras y te reconocen como sus ángeles de la guarda.
Batallas como ésta, las vivíamos todos los días. Todos los días había un adiós tanto para bien, como para mal.
Dicen que de todo lo malo siempre hay algo bueno y yo de todo esto saco que hemos aprendido a formar un gran equipo entre médicos, enfermeros, TCAEs, celadores, limpieza y demás personal. Hemos aprendido a guardar la calma, a trabajar codo con codo.
Me quedo también con lo que me ha ayudado esta pandemia a crecer como persona y profesional.
Estoy muy orgullosa de mis compañeros, de todos y cada uno de ellos. Y orgullosa de mí misma.

No me considero una heroína sin capa. Simplemente es mi trabajo. No sólo hemos salvado vidas en esta pandemia, lo hacemos siempre. Y por ello, amo mi trabajo hoy, mañana y siempre.

Sara Caldera

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *