Las mujeres supervivientes
Mírenlas, a todas ellas. Deténganse un pequeño momento a contemplar el gesto de todo el grupo. Porque es el de la alegría de los que saben que han sobrevivido. La imagen procede de Lagos, la mega-urbe, antigua capital de Nigeria en torno a Junio del 2011. En esa época se produjo un brote de cólera que puso en peligro la vida de una población pobre y en unas condiciones socio-sanitarias muy deficientes.
Las mujeres que visten los trajes tradicionales son las dos primeras pacientes que atendimos…y sobrevivieron. Pertenecen a la etnia yuruba y no hablaban apenas inglés. Madres de familia numerosas, el cólera robó de repente al sostén principal de la familia. Esta es la razón por la que estas mujeres intentaban levantarse cada día de sus camas para rogar marcharse a casa a pesar de no poder sostenerse en pie, sabían que la supervivencia de sus hijos también peligraba. De ahí que podamos apreciar esa tímida sonrisa en la mujer que está sentada, apenas es un esbozo, cierto, porque todavía no tiene fuerza suficiente para sostener la botella de refresco. La otra joven en cambio permanece erguida, elegante en sus galas tradicionales. Apenas tres minutos antes de disparar esta foto salió al patio para exponerse al sol y dar gracias porque se le permitía contemplar de nuevo su luz y por tanto estar con sus hijos.
Las otras mujeres con distintivos blancos y camiseta fuimos sus enfermeras. También agotadas por el esfuerzo y los turnos ampliados por la emergencia. Pero no importó el agotamiento. Esta pequeña instantánea captura el instante en que la enfermera es consciente de, cómo dice el libro hebreo del Talmud: “Quien salva una vida, salva al mundo entero”.
Las bebidas que sostienen estas supervivientes del cólera son también una señal de su victoria. La pequeña “Oyibo” (como llaman al hombre blanco en Nigeria) prometió recompensarlas con ellas cuando permanecía imperturbable ante sus quejas por tener que ingerir litros de suero oral. Esta imagen es por tanto un brindis por aquellas mujeres que lucharon por recobrarse y también por las otras que velaron por ellas para cuidarlas. Se abrazan porque la experiencia las ha unido para siempre. No serán las mismas después de ella.
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