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LA FIESTA DE TODOS LOS SANTOS EN BOLIVIA: Cuando los muertos regresan para compartir con los vivos

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En Aquel Noviembre de 2009, me encontraba junto a una compañera enfermera en la Paz, Bolivia. Allí trabajamos durante unos meses como enfermeras voluntarias,  en un pequeño centro de salud que incluía una unidad quirúrgica. Todos los días, al levantarnos, los hielos perpetuos de las montañas Illimani, Huayna Potosí, Chacaltaya y Condorini, con sus más de 6000 metros, se adivinaban de una forma extraña, muy cercanos. Como si fuera posible alcanzar la cumbre tras un pequeño paseo. Quizás eso sucede porque cada una de ellas, según la cultura aymara, oculta una leyenda de hondo significado. Los espíritus de los ancestros que viven en sus cumbres susurran a través del viento helado a los vivos, para guiarles en los tortuosos caminos andinos.

A lo largo de los meses comencé a comprender la diferencia entre los otros (los aymaras) y nosotros (occidentales europeos). Sin embargo, la verdadera enseñanza llegó cuando a través de la visión de esta diferencia, me  fue posible comprender mejor como era yo misma. Como dice el antropólogo John Gledhill: “la compresión “del otro” constituye la condición previa para una mayor comprensión de “nosotros mismos” Aunque para ser fieles a lo que viví, debería decir que en ese momento y lugar yo era “el otro” y la cultura que me acogió encarnaba definitivamente el “nosotros”.  Sin este conocimiento de la diferencia, era muy difícil poder atender adecuadamente a los pacientes que acudían al centro, saber cuáles eran sus problemas. ¿Cómo hacerlo sin entender cuál era su percepción de lo que suponía estar enfermo o sano? Para las ancianas aymaras era impensable, por ejemplo, bañarse sin recibir de forma directa los rayos del sol.

Una de las mayores experiencias de acercamiento a la cultura andina, provino de la celebración compartida de una de las tradiciones populares más importantes del país. Se trata de la  “Xiwatanakanurupa”, la fiesta de Todos los Santos en Bolivia, que comprenden la celebración del Día de Todos los Santos y Difuntos, durante el día uno y dos de Noviembre.

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En Bolivia pervive, desde tiempos pre-incas, la concepción ancestral de recordar y ofrendar a los muertos. La modernización y tecnificación ha ocasionado que estas tradiciones se vean transformadas e incluso se hayan ha perder en las zonas más urbanas del país. Sin embargo, en zonas rurales y la ciudad del Alto (lugar en el que vivíamos), todavía persisten de forma fuertemente arraigados muchos de los aspectos rituales y simbólicos de la herencia cultural precolombina.  Las culturas de tiwanaku, maya, azteca o inca, tras la conquista y colonización española durante el S.XV y S XVI, se fusionaron con la cultura cristiana de los colonizadores en una unidad sincrética. Para poder entender el cómo, más de cuatro millones de indígenas celebraban a sus muertos, se hace imprescindible considerar la forma en que el mundo es percibida por  esas comunidades.

En la cosmovisión andina, lo que es considerado sagrado se encuentra ligado a la tierra. El hombre, al ser un elemento más de la naturaleza dentro de una esfera ecológica sagrada, no se considera el centro del mismo. Esto significa que es impensable que el hombre llegue a someter, alterar o perjudicar la naturaleza, en su propio beneficio. La naturaleza es vista en sí misma como una identidad sagrada y viva (La Pachamama= la madre Tierra), que da la vida y los medios de subsistencia al hombre. Esto hace que siguiendo un principio de reciprocidad, el hombre deba cuidar y ofrendar a la tierra para propiciar la continuidad cíclica de la vida. El medio por el cual se perpetúa este equilibrio e interacción entre hombre-naturaleza-deidades- y el orden del mundo, será la realización de rituales a través de los cuales será posible mantener el orden universal. Y es precisamente, a través de los rituales que se llevan a cabo en la fiesta de Todos los Santos, como el hombre andino es capaz de llevarlo a la práctica.

El culto a los muertos es una actividad social integrante fundamental en la formación ideológica de todos los grupos humanos. En el desarrollo del culto funerario encontramos el deseo que el hombre tiene de dar respuesta a los interrogantes vitales de su existencia: la vida, la muerte y que hay más allá de la muerte. Esta tradición funeraria forma parte de casi todas las culturas y sistemas mágico-religioso, donde religión, muerte y muertos, constituyen una misma dimensión relacional.

En la celebración cristiana católica, durante la Fiesta de Todos los Santos,  se conmemora  a todas las personas canonizadas dentro de la liturgia católica, tanto conocidas como  desconocidas. En la  tradición boliviana, más allá de este concepto,  se recuerda a los difuntos familiares y desconocidos. A partir del mediodía del 1º de Noviembre (momento en que las almas bajan desde el “janaq pacha”, el cielo), las almas llegan a la tierra para compartir y convivir con los vivos  de nuevo, en una reunión familiar. Justo a las 12h, tras haber encendido los cirios de la mesa-altar dispuesta cuidadosamente por la familia, se abren las puertas de las casas de par en par para poder dejar pasar el alma del familiar difunto. Esos altares se encuentran provistos de agua y vino para saciar su sed, así como llenos de  alimentos (preferentemente aquellos que complacían más al fallecido).

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A partir de ese momento, amigos, familiares e incluso desconocidos también, entrarán a la casa para “rezarle al alma del difunto” (Son los “reziri” o “rezadores”).  A cambio de sus rezos, los “reziri” serán recompensados con alguna de las ofrendas dispuestas en el altar (los familiares directos del difunto tienen prohibido su consumo) Nadie en esos días, por pobre que sea, pasará hambre en Bolivia.  Los rezos son recompensados con muñecas de pan (t´anta-wawas), botellas de soda, fruta, etc. La fiesta que celebra a los muertos, es por tanto también, una fiesta de la solidaridad. El día 1 de Noviembre ,será un tiempo dedicado al recuerdo del muerto dentro de la unidad familiar, que lo hará de forma celebrativa, comiendo y bebiendo, de una manera festiva.

Tras una vigilia llena de conversación, celebración  y rezos en torno al altar, el día siguiente,  2 de Noviembre, amanece. Al mediodía se celebra la despedida del alma o “alma kacharpaya”  Tras ofrecerle nuevamente comida, el alma, ya saciada, confortada por el recuerdo de sus seres queridos, parte de nuevo a una dimensión superior. Allí, en lo alto de las montañas, el difunto formará parte ahora de los ancestros.DSCN5066

Tras el mediodía del día 2,  la mesa ritual  o altar que ha estado presente hasta ese instante en la casa, se desmonta para instalarla de nuevo encima de la lápida del difunto en el cementerio.  Allí se seguirá festejando y los reziris ofrecerán sus plegarias a cambio de ofrendas. Todos los alimentos y bebidas que se han usado en el altar doméstico para el difunto debe ser regalado. La celebración, decididamente festiva (lejos de la tristeza, quietud y silencio propios de lo esperado en un cementerio español en esos días), continuará  hasta el anochecer. . Este rito se realiza cuando se tiene “un difunto nuevo” durante los primeros tres años tras su fallecimiento, con especial énfasis en la magnanimidad de ofrendas durante el primer y tercer año. Tras este tiempo el difunto se une a sus antepasados y la familia seguirá ofrendando a sus difuntos pero no de manera tan majestuosa y específica

La muerte en la mente andina,  es únicamente un cambio de estado, no es el fin absoluto. Simplemente se pasa de un estado como “viviente” a otro como “alma”, en el  que seguirá existiendo una conexión y convivencia con los vivos y se integrará al proceso cíclico de la tierra y sus antepasados. Esta costumbre encuentra su justificación en que todos pasaremos por este ciclo de cambio. Se espera que las almas difuntas tengan el poder de ayudar a la familia y a toda la comunidad en sus fines. Por otra parte, a través de los rezos y ofrendas de los familiares, se quiere  lograr la tranquilidad y descanso del fallecido en un intercambio mutuo de beneficios. Pero  a pesar de este momento de “convivencia y comunicación” de la familia con el difunto, los ritos también tienen como fin delimitar claramente la línea divisoria existente entre el nuevo muerto y las personas que le sobreviven.

Al explorar las verdaderas causas y motivación de esta celebración, encontramos, como sucede con el resto de  los símbolos y la producción cultural andina, que la agricultura y la naturaleza suponen el centro de su visión del mundo. Por esta razón, en la cultura aymara se produce el “angro-centrismo”.  La producción agrícola  es la que regula las prácticas sociales, la vida y la moral del grupo y las personas. Los hombres deben retribuir a la naturaleza sus dones. Si se producen pérdidas o catástrofes en las cosechas, se deberá a algún fallo en la conducta moral de las personas. Por esta razón, los ritos para el hombre andino y concretamente aymara, no están sujetos a una fecha, sino a actividades agrícolas determinadas.

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El ciclo agrícola se regula en torno a dos momentos principales: la época seca o autipacha = “el tiempo del hambre”, que comprende desde  abril hasta agosto. En ella se realizan ofrendas a la Pachamama para alimentarla y agradecerle la cosecha obtenida. Esta época está asociada a lo masculino y lo seco. La época de lluvias comienza en torno a septiembre y octubre con la siembra, hasta marzo, es la denominada jallupacha=”tiempo de lluvia”. Está asociada a lo húmedo y femenino, donde la tierra es fecundada por el agua que reanuda la vida y de esta manera, reinicia el ciclo cósmico.  En Todos los Santos, se asoció la celebración católica con un momento importante dentro del ciclo agrícola anual: la siembra anual y la estación de lluvias. En los ritos de siembra se entra en contacto con la Pachamama (la madre tierra) y los Achachilas (los protectores del pueblo aymara), es decir, los seres sobrenaturales de quienes esperan ayuda, sus antepasados. De la misma manera, que la tierra, los difuntos toman contacto con los vivos.  Los huesos de los difuntos, al igual que la tierra,  se han secado durante la estación seca y piden atención. Existe pues, un paralelismo entre los campos secos recién sembrados y los huesos secos del difunto que descansan  en esa misma tierra. Ambos, los campos y los huesos, piden la llegada de las lluvias para que la cosecha de su fruto.

En nuestra sociedad, existe de forma generalizada, un terror enorme, inasumible, no únicamente al dolor y el sufrimiento que pueda conllevar ese momento, sino al hecho mismo de “desaparecer”.  Y ese miedo es alimentado por el hecho de ser inevitable. Quizás por ello, lo negamos de múltiples maneras, no la nombramos ni miramos, la relegamos al olvido y la convertimos en un “tabú”. Desde el mundo de la filosofía, Sócrates nos dice que la muerte no es algo que temer. Si se trata de una desaparición, se asemeja a un largo descanso sin sueños, y nos pregunta: “¿hay algo más agradable que eso?” Tras ser condenado a muerte, Sócrates deslumbra con su capacidad para afrontar ese momento extraordinario. Al final de su discurso, concluye:

“Ahora es el momento de que nos marchemos, yo a morir y vosotros a vivir, pero quién de nosotros tiene un destino más feliz, es algo que sólo Dios sabe

Mi experiencia, celebrando Todos los Santos en Bolivia, me hizo ir más allá del tabú. Aprendí como la vida debe vivirse intensamente en relación con la muerte. Después de todo, no sabemos que encontraremos después de la muerte, pero lo que sí es seguro, es que hay una vida entera antes de ella.

DSCN5110 Mi aportación como «reziri» en uno de los cementerios de las afueras de la ciudad del Alto. A cambio de permitir fotografiarles,  los familiares de este difunto me pidieron que rezara por su alma. Fui recompensada además con varios panes y fruta.

BIBLIOGRAFÍA
 Lozada, Blithz. (2008).Cosmovisión, historia y política de los Andes, Producciones CIMA, La Paz. Bolivia.
 Tejeiro Villarroel, Jose (2006). Todos los santos: culto a los difuntos,BIBMON
 Íñiguez Vaca Guzmán, Gonzalo (2001). Día de los difuntos: Amaya uruchawi: una tradición viva de los pueblos indoamericanos, Ed. CEDECA
 Museo nacional de Etnografía y Folklore Bolivia. (2004).Todos los Santos: xiwatanakanurupa,  Musef Editores.
 Harris, Marvin. (1983).Antropología cultural. Harper &Row. Traducción realizada por Vicente Bordoy y Francisco Revuelta. Alianza editorial. Ed. Bolsillo, 2009
 Llobera, Josep R. (2009).Antropología Social, Barcelona: Universitat Oberta de Catalunya.
 Barfield, Thomas. (2007). Diccionario de Antropología. España. Siglo XXI editores.
 Bohannan, Paul y Glazer, Mark. (2007). Lecturas Antropología. Madrid. Mc Graw Hill.
 Bohannan, Paul. (2009). Para raros, nosotros. Introducción a la antropología cultural, Madrid. Akal

 

3 pensamientos en “LA FIESTA DE TODOS LOS SANTOS EN BOLIVIA: Cuando los muertos regresan para compartir con los vivos

  1. Jesus E. Riera Melendez

    Ana.
    Me gusto mucho tu escrito. Se te percibe no solo como una enfermera profesional. das la impresion de ser excelnete analista social y destacada antropologo.. Muchas felicitaciones . Aprovecho de preguntarte, esta pag tuya es honor a la fundadora de tu profesion.. Un gran saludo y mis mejores deseos en tu nueva vida..

  2. Miriam

    Acabo de descubrir esta entrada. Me quedo maravillada, en primer lugar porque tienes una extraordinaria capacidad de describir los entornos y tus vivencias haciendo que me traslade a ese «escenario» como si pudiera ver desde una esquinita lo que estás narrando. En segundo lugar, me impresiona esta cultura Aymara, esa sintonía con la naturaleza y con los orígenes mismos de nuestra existencia. Valores que en nuestras culturas e incluso en las suyas más «civilizadas» se van perdiendo o simplemente se modifican. Es curioso saber cómo celebran esta festividad ellos, cultura que para muchos nos es desconocida. ¡Te felicito! ¡Continuaré leyendo! 🙂

    1. Ana Medina reina

      Muchas gracias Miriam por tus amables palabras. Para mi fue un privilegio poder conocer más esta cultura tan rica. También me ofreció la posibilidad de preguntarme el porqué de muchas cosas que hacemos en la nuestra, y que no nos planteamos por considerarlo lo «normal». Y eso es un privilegio
      Gracias de nuevo por leernos, espero que sigamos ofreciéndote relatos de i terés

      Un saludo

      Ana

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