La enfermería en busca de sentido
Por @ANAMEREINA
Entre el 28 y 30 de Mayo tuve oportunidad de participar en unas jornadas sobre el futuro de la cooperación y el papel de la enfermería como actor del desarrollo humano, organizado por FUDEN en Jaca. Un centenar de enfermeras y cooperantes procedentes de Níger, Guinea Ecuatorial, El Salvador, Sáhara Occidental y España; fueron reunidas para reflexionar e intercambiar experiencias. Los temas que ocuparon las ponencias y mesas redondas versaron sobre la realidad del papel de la enfermería en contextos de pobreza, la situación económica actual en cuanto a la financiación de proyectos de cooperación en España, y la importancia del concepto género en la vulnerabilidad de los más pobres entre otros.
En la historia de la cooperación, encontramos como antecedente de la cooperación internacional el llamado Plan Marshall o European Recovery Program, puesto en marcha entre 1947-1952. La devastación económica europea tras la Segunda Guerra Mundial hacía que las necesidades básicas de alimentos y otros productos esenciales no pudieran ser cubiertos sin una ayuda externa. Dieciséis países fueron beneficiarios de la ayuda norteamericana con un aporte de 13.000 millones y su importancia fue esencial en la recuperación económica y el progreso de regímenes democráticos en Europa.
Otra fecha clave en la historia de la cooperación la encontramos en la Conferencia de Alma-Ata en 1948, cuyo lema era “Salud para todos en el año 2000”. En ella se planteaba la salud como un derecho y un asunto socioeconómico. También agrega un concepto transcendental dentro del pensamiento cooperativo: la salud como justicia social, donde la desigualdad en la calidad de la salud de las personas es inaceptable. Más tarde, en el año 2000, los Objetivos del Desarrollo del Milenio (ODM) ocho propósitos de desarrollo humano a alcanzar antes del 2015, fueron acordados por los 189 países miembros de Naciones Unidas[1]. Estos objetivos tienen como dimensiones de actuación la pobreza, el hambre, la educación, la mortalidad infantil, la sostenibilidad, etc. El discurrir del tiempo ha demostrado, sin embargo, como estos propósitos podrían sustentar la desigualdad entre los distintos países en vez de abolirla: si he podido reducir la mortalidad materna en un país del 80% al 40% como aspira uno de los ODM ¿es esto éticamente aceptable cuando en otros países ha sido posible alcanzar un índice de un 1%?
La crisis financiera mundial que eclosionó en 2008 junto con el cambio climático y los problemas de seguridad alimentaria pusieron de nuevo en peligro el crecimiento de la población. Se hacía necesario que los objetivos planteados por los organismos internacionales en ayuda de los países más pobres tuvieran como fin un desarrollo sostenible, tal y como se expuso en la Conferencia de desarrollo sostenible de Naciones Unidas o también conocida como Río+20 (2012). Estas hondas transformaciones dieron lugar a un profundo replanteamiento de la cooperación, siendo imprescindible regresar a la visión holística de los determinantes de la salud que ya se perfilaron en Alma-Ata, y el logro de la salud como producto de la lucha por la igualdad y justicia social del hombre.
La realidad actual es que en el mundo existen 1220 millones de pobres según datos aportados por el Banco Mundial (tomando como línea de pobreza a aquellos que viven con menos de 1´25$ al día[2]. La pobreza tiene un género: el de la mujer, que constituyen un 70% del total global de pobres, y también un continente: el africano.
Los motivos parecen suficientes para fundamentar las acciones de cooperación, pero existe además una pregunta transcendental que fue planteada a lo largo de las jornadas en Jaca: ¿Por qué cooperamos? El biólogo y matemático Martin A. Nowak, plantea como la cooperación ha sido y es fundamental para la supervivencia de toda clase de organismos. El altruismo y la cooperación de los seres humanos, según defiende en su obra Supercooperadores, han sido a lo largo de la historia, más rentables que la competencia pura. Los organismos más simples han logrado transformarse en algo biológicamente más complejo gracias a su inter-colaboración. Este es ciertamente, una interesante visión biologicista del por qué los organismos vivos deben cooperar. Pero sin embargo, la cooperación en una acción universal y compleja, de difícil explicación.
La enfermería es un valor esencial en toda acción de cooperación, porque maximiza su esencia a través de su visión integral de la salud. La integración de los determinantes sociales de la salud en sus cuidados, dentro de las tareas de cualquier proyecto de cooperación al desarrollo, la hacen convertirse en un agente de cambio y transformación social.
Ante la pregunta del sentido de la vida, el psiquiatra Viktor Frankl, padre de la logoterapia, afirma que “vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a las cuestiones que la existencia nos plantea, cumplir con las obligaciones que la vida nos asigna a cada uno en cada instante en particular“. Estas palabras las escribió un hombre que logró encontrar sentido a su vida en el campo de concentración de Auschwitz, fruto del análisis psicológico y biográfico que hizo sobre su experiencia. Pienso que la enfermería, especialmente dentro del ámbito de la cooperación, debe buscar también un sentido y este es el de la lucha por la dignidad del hombre. Sólo de esta forma será posible el desarrollo de una enfermería humanista, esforzada por el cuidado de los más vulnerables.
[1] http://www.un.org/es/millenniumgoals/bkgd.shtml
Frankl, V. El hombre en busca de sentido. Ed. Herder, 2004 (edición original 1946)
Nowak, M.A. Supercooperadores, Ed. B, S.A., 2012
- Modelos de enfermería: disciplina enfermera
- Una reflexión sobre la visión holística en los cuidados tecnificados