De palabras y funciones. Reflexiones tras una noche de trabajo.
Por todos es sabido que la Enfermería se encuentra en un período no dulce de su vida. Duerme, pero no con un sueño confortable. No se ha comido una manzana y, bajo el influjo de un encantamiento potente, se ha desmayado y ha comenzado a dormir. No tiene ningún azul, ni príncipe ni sapo, al cual esperar para despertarla. Ni tampoco ningún beso o sortilegio que la saque de ese coma inducido en el que transcurre su particular existencia. A veces, ni siquiera responde a la estimulación dolorosa.
Por todos es sabido que la Enfermería “cuida”. Esa es una de las palabras que quiero tocar en esta reflexión. “Cuidar”, gran palabra y gran porte. Algo que todos hacemos de forma natural pero que cuando se hace de forma “intencionada” pierde las formas en una dilución algo ajetreada. Michel de Montaigne dijo que “la palabra es mitad de quien la pronuncia y mitad de quien la escucha”.
Por todos es sabido que los profesionales de Enfermería, somos uno de los colectivos menos solidarios internamente. Un colectivo donde cada uno de sus individuos ha aprendido a mirar sólo su ombligo propio. El problema surge cuando de tanto mirar ese ombligo algunas espaldas se han deformado y ahora tienen “chepa”.
Por todos es sabido que la Enfermería tiene un lenguaje propio: “eso no es función mía”, “eso se hace así porque siempre se ha hecho así”; “no hagas eso…. que creas precedente”; “…. que venga él y lo haga”; “para eso le pagan”; …
Todo esto me lleva a pensar que La Enfermería y las Enfermeras (en mayúscula) estamos dormidas. El problema surge cuando de tanto dormir nos queda la sensación de “borrachera” asociada y nos cuesta concentrarnos en el presente. Mientras dormimos se siguen dibujando los escenarios en los que participamos como profesionales. La realidad nos enseña que ya no siempre la figura de la enfermera es una referencia en la atención directa, aunque nos encante vender ese humo.
Diferentes colectivos profesionales continúan con su desarrollo interno. Algo que la Enfermería hace tiempo que dejó guardado en el cajón de los temas pendientes. Las funciones y atribuciones que la propia enfermería les concede, en muchos casos con gran desconocimiento, están consiguiendo relegar a sus profesionales a técnicos especialistas en suerología y colocación de «botes» con un mal endémico: el de la crítica destructiva interna.
Pero por suerte, no todo es malo. Cada vez existen más profesionales que generan el sueño feliz de una noche de descanso tranquilo. Hacen que, mientras el grueso de su profesión dormita con el calor de la noche de verano, exista una esperanza de futuro. Son aquellos profesionales que innovan en las funciones, en las técnicas, en los procedimientos,…. los que gestan un marco profesional cambiante y adaptativo a unas necesidades nuevas. Aquellos que no sólo ven el árbol aislado sino que plantan más árboles a su alrededor con el fin de que el bosque, mañana, sea lo suficientemente grande para que todos los contemplen.
Ahora bien, como algo innato a nuestra profesión, estos capitanes sin barco llevan asociada la crítica. Practican el “intrusismo”. ¡Cómo nos encanta esta palabra!. Según la RAE, el intrusismo es el ejercicio de actividades profesionales por persona no autorizada para ello.
Retomando algo que comenté antes y usando a la RAE, veamos el término “Cuidar”. Encontramos las siguientes acepciones: 1. tr. Poner diligencia, atención y solicitud en la ejecución de algo. 2. tr. Asistir, guardar, conservar. Cuidar a un enfermo, la casa, la ropa. U. t. c. intr. Cuidar DE la hacienda, DE los niños. 3. tr. Discurrir, pensar. 4. prnl. Mirar por la propia salud, darse buena vida. 5. prnl. Vivir con advertencia respecto de algo. No se cuida DE la maledicencia.
La raíz del problema es, entonces, ¿los nuevos roles de Enfermería suponen intrusismo en el cuidado de la personas? ó ¿Enfermería ha perdido práctica en el cuidado?, ó, ante el escenario actual profesional ¿cuáles son las funciones que puede desarrollar la Enfermería?
Antes, los estatutos de personal estatutario sí que atribuían funciones a las tres categorías profesionales (médicos, enfermeros y personal no sanitario y celador). Este concepto ha sido superado. Se apuesta por el principio de la “aptitud” basado en la competencia adquirida vía formación.
El marco legislativo actual presentado por la LOPS (Ley 44/2003 de 22 de Noviembre) nos dice en su artículo 4. Principios Generales. Punto 7. El ejercicio de las profesiones sanitarias se llevará a cabo con plena autonomía técnica y científica, sin más limitaciones que las establecidas en esta ley y por los demás principios y valores contenidos en el ordenamiento jurídico y deontológico.
Así mismo en lo relativo a la Enfermería en concreto, en el artículo 7 dentro del apartado de Diplomados Sanitarios, se dice que corresponde a los Diplomados Universitarios en Enfermería la dirección, evaluación y prestación de los cuidados de Enfermería orientados a la promoción, mantenimiento y recuperación de la salud, así como a la prevención de enfermedades y discapacidades.
La actividad enfermera, por lo tanto, no queda reducida a la realidad cotidiana que sus profesionales realizan. Creo importante destacar en el párrafo anterior la acepción a la dirección, evaluación y prestación de los cuidados de Enfermería. Esto mantiene abierta y lanza hacia el futuro la profesión que basa su existencia en el cuidar. NO sólo porque realice las actividades focalizadas a ello sino porque se le atribuye la competencia de la dirección y evaluación de todo el proceso. Así mismo, en la propia Ley se reconoce la actualización de la formación y la adecuación de la profesión a las necesidades emergentes. Y, como aportación propia, sin olvidar las ya institucionalizadas.
Todo esto genera que el curriculum profesional de la Enfermería se vea beneficiado por la incorporación de capacidades profesionales, vía formación, que lo completan y lo desarrollan. Por eso, el término “intrusismo profesional” queda supeditado a otras justificaciones que nada tienen que ver con las capacidades y aptitudes de los profesionales.
Nos encontramos en un paradigma profesional diferente al de hace unos años donde las «palabras» sí que importan. Hemos superado los conceptos de trabajo en equipo, multidisciplinariedad, interdisciplinariedad, … Actualmente, nos encontramos en la época de la transdisciplinariedad y, es en este momento, donde la Enfermería con cuerpo propio, lenguaje propio y funciones cambiantes ha de salir de ese letargo inducido-querido-aceptado y reclamar el protagonismo como especialista en el “cuidado” y el “arte de cuidar”.
Todos tenemos que levantar cabezas y ver más ombligos que el nuestro. Tenemos que zarandear al que tenemos al lado y despertarle. Preocuparnos por su sueño pero no dar más hipnóticos que nos induzcan a él. Seamos expertos en la administración de medicación pero no sólo en ello. Seamos expertos en futuros y no en pasados.
Hay una frase que me encanta y es de una famosa marca comercial y dice que “los mejores sueños ocurren cuando te despiertas”.
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Una hermosa reflexión, bien es cierto que los que trabajamos en este rubro poco y nada podemos descansar. Sin embargo, a pesar de los sacrificios, la enfermería es una preciosa profesión, te mando un saludo!
Es penoso ver que la crisis en Enfermería es general. En mi país tenemos la misma problemática y es doloroso ver el silencio cómplice de las profesionales.