Esa gran mujer llamada Enfermería
Hoy en día, abrir la tapa del álbum de fotos de toda una vida trae recuerdos de película navideña o de viejas historias que, ancladas en el pasado, intentan llevarnos a tiempos impertérritos y ancestrales donde, no siempre, queremos ir. Nos llevan a momentos de estufa y manta en el sofá. A divagaciones sobre decisiones no tomadas y planteamientos de futuro modificables en función de deseos y pasiones apagadas por el correr del tiempo.
Abrir un álbum de fotos tiene una voz propia y, en muchas ocasiones, tantos narradores con tal cantidad de historias que contar que enriquecen ese momento de contemplación.
La enfermería, o al menos como yo la entiendo, es una mujer de edad pasada, con un increíble presente y un prometedor futuro. Una mujer que con cada paso marcaba un tiempo y una forma de entender el mundo. Un personaje de época, coetánea de su tiempo. Con canas, tal vez demasiadas, señorial y orgullosa de ser quien es. Una vividora de alcoba, sentidora de pasillos y experta en el arte de cuidar la fragancia de cada persona y su propia historia.
Una señora no siempre con todo el glamour que representaba pero siempre la estrella invitada, añorada y exigida en todos los eventos de una Historia que, en más de una ocasión, la ha relegado a segundos puestos.
Pero ella siempre ha sido paciente, ha sabido escuchar a su tiempo, adaptarse a las mentalidades y enseñar al mundo que ser persona no es un derecho sino algo tan natural como la sucesión de las estaciones en las que participa con tan ávida actividad.
Ha cogido la mano a tantas personas a lo largo de su vida, las ha escuchado con tal avidez que ha demostrado que su eficacia y efectividad es el más alto de los criterios de calidad, ha innovado a lo largo de su historia (no tanto como debería, ya que como gran luchadora, ha tenido que abrir y llamar a muchas puertas para que se la dejara entrar) que se ha abierto paso avanzando, exigiendo y luchando por ella misma.
Trabajadora innata, de sol a sol y de luna a luna. En momentos de difícil existencia y en aquellos de fácil apariencia. Cosechadora de triunfos y fracasos, de sueños y realidades. Líder de masas que la apoyaban y daban nombre a acciones, técnicas, diagnósticos, instituciones, teorías, escalas, organizaciones,…….
Revisar el álbum de sus fotos, es desnudarla ante el mundo. Contemplar su vida es contemplar la vida del mundo desde lo más abajo posible. Es bajarse al mundo cotidiano de la gente. Es ver a una mujer que se ha recorrido las calles, se las ha bebido chupito a chupito, ha saboreado cada momento de la Historia lentamente. Es analizar el dolor y la alegría de cada época y cómo ha podido ejercer su función con demostrada eficacia. Es contemplar a una gran dama de la Historia.
La Enfermería nunca ha llevado abrigos de visón. No es mujer de collares de perlas ni vestidos de Luis Vuitton. Es mujer sencilla donde las haya. De fácil conversación, de mirada soñadora pero penetrante con esos grandes ojos que todo lo ven. Mujer de corazón fuerte, ajado por el tiempo pero con un latido fuerte y rítmico, marcapasos de su tiempo. Es sencilla es sus formas, o eso cree ella. Exigente con la contaminación que empaña los cielos y válvula de oxígeno para el que tiene que respirarla. Firme en sus creencias, el ser humano es un todo y eso siempre ha sido así. De voz no fácil de callar y de gestos diarios. Es curiosa por naturaleza.
Es ducha en aptitudes y desarrolladora de actitudes. Fortalecedora de conceptos y prácticas. Potenciadora de derechos y libertades y, sobre todo, reflexiva y capaz.
Ojear esas fotos de papel sepia o carbón es comprobar cómo la nostalgia de toda una historia nos envuelve y llena de orgullo a quienes día a día, estamos trabajando en su nombre.
Nuestras compañeras pasadas, presentes y futuras decidieron, deciden y decidirán hacer del arte de cuidar una forma de vida. Dieron nombre a la mujer en momentos donde había que callar, se enfrentaron al caos de mundos convulsos y siguieron adelante pensando que su profesión era merecedora de continuar existiendo porque formaba parte del ser humano como la propia respiración. Hoy todas la conocen. ¿Quién sabe hacia dónde se dirigirá mañana?
Mi ventana de hoy sólo pretende ser un reconocimiento a esa gran señora llamada “Enfermería” y a las muchas y muchos enfermeras y enfermeros que día a día trabajan en su nombre. No sé si cuidar es un arte, una vocación, unos estudios universitarios o una mezcla de todos ellos. Es más un sentimiento, una emoción, un planteamiento de vida. Es creer que las personas somos personas y tenemos que serlo por encima de todo. Es una lucha contra el todo y la nada. Es un cuidado más allá de la propia lesión porque la Enfermería sabe que existen muchas formas de ser dañados. Es alegría y tristeza, es esperanza de futuro. Pero, sobre todo y ante todo, es trabajo e ilusión
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