NIGHTINGALE & CO

La despedida

 

 

La despedidaNo hagamos ruido, guardemos silencio, permitamos a estos dos amigos, compañeros de camino, despedirse como merecen. El perro, casi ya de mayor tamaño que su amo, se apoya con cuidado en el pecho, temiendo que su peso lo hunda y le moleste. Permanece tumbado con los ojos cerrados. Escuchando los latidos de un corazón que lo ha querido durante largos años. El amo se encuentra tan consumido y debilitado por la enfermedad, que las fuerzas no le alcanzan más allá de cerrar los brazos sobre su perro, en un último gesto de despedida. Un último abrazo que alcance a trasmitir lo que las palabras no pueden narrar ya. Un adiós compartido que logre aliviar el dolor de la marcha definitiva.

Quizás el hombre, a lo largo del tiempo infinito que duró su ingreso hospitalario, alargó su mano, dormido,  buscando en la cama a tientas  el hocico húmedo y la oreja peluda. Porque así acostumbraba a hacerlo siempre. Permanecer los dos juntos, siempre, de día y noche. Y sin embargo, durante ese largo tiempo en el hospital, su perro no estaba. La enfermedad trajo el dolor físico, pero también la soledad de la separación por un tiempo indefinido. La gran diferencia entre esta imagen y la de otras personas que no lograrán este reencuentro final con sus mascotas, es que los profesionales sanitarios que atendieron a esta persona, lo permitieron e incluso trabajaron con empeño para hacerlo posible.

Si es cierto que queremos estructurar nuestros cuidados enfermeros en torno a una dimensión más humana, deberemos entonces tener como punto de referencia la experimentación de un sentimiento: la compasión. El término compasión procede del griego sympathia, que significa literalmente “sufrir juntos”. Por esto mismo es tan importante que los enfermeros trabajemos siempre desde este enfoque. La compasión o capacidad de empatía, nos permite  detectar lo que hace sufrir a las personas que cuidamos, y de esta forma, poder aliviar su dolor y resolver sus problemas.  Esta compasión ha movido a los profesionales ir más allá de permitir poner en marcha un programa de terapia animal, perros y gatos entrenados para llenar soledades y estimular a enfermos deprimidos. Porque no valdría cualquier mascota para lograr completar el abrazo que contemplamos. Sólo sirve una: la tuya propia, aquella a la que amas como un miembro de la familia más.

Este cuidado compasivo, ha orientado a diversos hospitales (gran parte de ellos en Estados Unidos) a permitir el acceso de mascotas personales al lugar donde permanecen sus dueños ingresados. De forma especial, en los casos en los que el paciente se encuentre ingresado en una Unidad de Cuidados Paliativos. Los programas de acceso tolerante al hospital de mascotas, siguen en general, ciertas normas. La visita tiene que ser aprobada por el personal médico-sanitario que atiende a esa persona. Por otra parte, la familia aportará un certificado veterinario que verifique el óptimo nivel de salud y el cumplimiento vacunal del animal.  Si fuera preciso, la mascota será vacunada y recibirá un baño antes de acudir al hospital, recorriendo los pasillos y plantas metido en un transportín reglamentario para animales, hasta llegar a la habitación de su dueño. Se trata de encuentros limitados en el tiempo, no llegando a pernoctar nunca la mascota en el hospital. Los hospitales que se han sumado a esta iniciativa, se han hecho conscientes de los beneficios de estos encuentros (gatos y perros esencialmente, otro tipo de mascotas sería  complicado), y de la nula repercusión infecciosa la condición de la persona enferma.

El médico y la enfermera compasivos que atendieron al hombre que contemplan, cambiaron drásticamente la vivencia de sus  últimos momentos en la tierra. Quizás, más allá de reconfortar ese cuerpo dolorido, le hicieron sentir que su vida, al menos en ese aspecto, en el amor a otro, tenía sentido para él. Al cerrar esos brazos, flacos y ya sin fuerza, sobre el cuerpo peludo y cálido de su compañero, el hombre pensará:

Ya no recorreremos juntos calles y plazas, dejando humedades con tu marca en aquella farola, tu preferida. Siempre trotando rápido, en busca de pistas olorosas o pelotas de goma verde, esa que tanto amabas ver lanzarse desde mi mano. Ya no caminaremos juntos en búsqueda de nuevos senderos. Dejaremos de ser “nosotros” y nos convertiremos sólo en ti. Que pobreza no haber comprado el mismo billete de ida y vuelta. Sólo me queda habitar en la presión de las almohadillas de tus patas y en el morro servicial que pedía siempre el último pedazo de comida tocando mi mano por debajo de la mesa. Lo único que lamento, amigo mío, en los bordes de esta frontera en la que habito ahora, es no volver a compartir el café de la mañana, sentir la alegría al ver asomar tu morro a través de la rendija de la ventanilla abierta del coche, aspirando nuevos olores y aventuras. Siento, en el final, que de forma impensable y ridícula, debemos separarnos. Quizás al dormirte logres soñarme, agitando las patas en mi búsqueda. Y ojalá, allá, donde sea, nos encontremos. Ya no hará falta collar ni correa. Nos asiremos por medio de  abrazos. Como este último, mi amigo. Hasta pronto, siempre, nunca…hasta ahora mismo. Sin ti el mundo no hubiera sido”

Seamos capaces de ser enfermeros diferentes, cuidadores desde la compasión .Abramos puertas a otras posibilidades. Cambiar las formas de cuidado es difícil, pero la diferencia puede suponer un crecimiento indescriptible. Pero no debemos temer, porque como dijo Eduardo Galeano:

“De nuestros miedos nacen nuestros corajes,

Y en nuestras dudas, viven nuestras certezas…”

 

24 pensamientos en “La despedida

  1. Raul Enriquez

    Un articulo muy lindo y duro a la ves, ahora que tengo a mis padres, cerca de la despedida, caminando detras de mi cansados y fragiles como yo alguna ves camine detras de ellos y como no en tiempo muy distante caminare, aunque en mi caso no tenga a quien seguir, me hace pensar em la capacidad del ser humano de ser conciente de su propio sufrimiento, gracias

  2. Araceli Alférez Manceta

    Conmovedor nos invita a la reflexión, como personal de enfermería nos sensibiliza para brindarle a nuestros pacientes las despedidas con los seres o cosas que estiman y quieren gracias!!!

  3. mariano

    como medico, ya jubilado, despues de muuuuchos años de labor, que no es trabajo,te felicito des lo mas profundo de mi corazonYa propugnaba yo esto, y me mandaron a hacer puñetas, pero la cara de alegria de un crio, al que le lleve una noche a su habitacion, su conejito de indias……

  4. Verónica

    Hermoso artículo!
    Me recordó a mi papá, que en sus últimos días, al estar internado quiso ver a sus nietos más chicos (mis hijos).
    Y por ser los dos niños menores de 12 años no los dejaron entrar.
    Ahora entiendo que él se quería despedir.
    Ojalá en todos los países se pudiera flexibilizar más este tipo de cuidados.
    Gracias!

  5. Paulina carrion

    Hermosa historia se me hizo un nudo en la garganta y no encuentro las palabras para decir o explicar lo que siento yo soy de Ecuador como me gustaría que aquí se llegara s hacer lo mismo
    Gran historia

  6. Pingback: Noticias Perrunas | 2amados

  7. Pilar Lázaro

    Preciosa entrada. Me ha parecido tan entrañable y tan real que ojalá pudiéramos llevarlo a cabo siempre. Me he permitido la licencia de incorporar la entrada a nuestro blog de Cuidados Paliativos, Carreteras Secundarias ( dosporlacarretera. blogspot.com), nombrando la procedencia, por supuesto.
    Un saludo y gracias por vuestro gran trabajo
    P.

  8. José

    Pocas veces he leído un texto como el de Ana María Medina Reina, la mejor ministra de Sanidad que podríamos tener por su sensibilidad hacia el enfermo, objeto y fin último de la profesión.

    No es la primera vez que un perro es el único cariño que recibe una persona que vive sola. Su único compañero fiel hasta más allá de la muerte, capaces de esperar a su amo, que nunca volverá, durante años. Esta frase de la autora lo refleja todo: «Porque no valdría cualquier mascota para lograr completar el abrazo que contemplamos. Sólo sirve una: la tuya propia, aquella a la que amas como un miembro de la familia más.»

  9. Pedro Zuñiga

    Una exelente labor hojala y mas hospitales isieran o se sumaran a tan noble labor muchas felisidades por su articulo es exelente felicidades a todos ustedes por ese exelente trabajo que desenpeñan que dios los bendiga

  10. Betsy Ponce Rocha

    Mi respeto a la escritora de este bellísimo artículo. Lo más hermoso fue que le permitieron al paciente tener con él a su compañero de vida. Soy Enfermera y soy Animalista, el artículo encerró mis dos grandes pasiones. Saludos desde San Luis Potosí. México.

  11. Antonio

    Me ha conmovido, la lástima es que en este país estamos muy lejos de esto por desgracia. Desde las autoridades hasta el personal de a pie, pasando por todos los estamentos y mandos intermedios, hay muy poca concienciación sobre los animales y lo que significan para sus dueños. Tengo perro y gato y son parte de mi familia, guste o no guste a la gente. Sería capaz de no ir a un hospital a morir para no hacerlo de la forma tan fría como se trata en este país y por la separación de lo que para mi es mi familia también.
    Seremos un pais avanzado, una sociedad avanzada, un personal sanitario avanzado, cuando se entienda que los perros y gatos no son simples bichos que no tienen ningún valor.

    Gracias por el artículo. Espero que sirva para reflexionar a quien lo lea.

  12. Elena

    este artículo muestra una realidad q poco a poco debería poder ser posible no sólo en hospitales y en momentos de final de vida. El ingreso en una resudrncia también conlleva, además de otros duelos, el de la separación d la mascota y el temor a no saber què pasará con ella.
    Soy trabajadora social y soy voluntaria de una fundación contra la soledad de las personas mayores… Veo continuamente cómo la relación q tienen entre ellos, supera con creces, la q a veces se tiene con la familia.
    Me alegra ver q desde vuestra profesión y pensando en cómo cuidar al máximo el bienestar emocional de la persona en momentos de tanta trascendencia, estáis abiertos y defendéis el derecho a q èsta pueda estar acompañada de su ser querido más fiel. Yo, personalmente, q hace poco q tengo a Nina, una perra adoptada de cinco años, tengo claro q cuando me llegue la hora y si ella está todavía conmigo, me acompañe hasta el final. Gracias, muchas gracias!

  13. crispis78

    Precioso, y como enfermera y dueña de dos perros entiendo perfectamente ambas esferas…
    Ojalá nunca perdamos la compasión, y la necesidad de aliviar el dolor de nuestros pacientes con todos los medios con los que contamos, muchas veces farmacológicos, otras de cariño y alivio de la soledad, de escucha, pero muchas otras con gestos como este…Ojalá aquí podamos empezar a hacer cosas como esta…
    Enhorabuena por el blog y por artículos como éste

  14. May

    Increible articulo!! » el perro encima del pecho de su amo escuchando los latidos de ese corazón que le ha querido durante largos años…» me ha calado…

  15. Beatriz Valles González

    Hermoso artículo, gracias por llevar este mensaje tan humano. Necesitamos despedirnos de este mundo teniendo de la mano a quienes amamos.

    1. admin

      Hola Beatriz:

      Gracias por seguirnos y compartir tu opinión. Para cuidar de forma más humana es necesario que nuestra práctica sea compasiva, siempre poniéndonos en el lugar del otro

      Un saludo:

      Ana Medina

  16. Mercè Cámara

    Me ha conmovido tanto esta reflexión que mis palabras se agolpan todas a la vez por querer salir y no puedo decir nada más que : la humanización de los cuidados de enfermería es tan obligado como estar al día de tanto avance tecnológico. Prefiero lo primero a lo segundo. Felicidades por este articulazo!

    1. admin

      Gracias Mercè por tu comentario. La práctica enfermera precisa de una reflexión crítica para cambiar convencionalismos. Las personas y sus necesidades, deben ser siempre nuestra prioridad. No debemos perder la vista a este punto esencial del cuidado.

      Un saludo:
      Ana Medina

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