Libertad y poder en las Instituciones Sanitarias :¿Es La libertad erradicada por la pasión del poder? 2ª Parte
Por @ANAMEREINA
Las Instituciones pueden ser concebidas como construcciones culturales destinadas a ejecutar un proyecto determinado o como plataformas destinadas a resolver conflictos y normalizar comportamientos. Están reconocidas socialmente como son por ejemplo: el Estado, la Iglesia, etc. Lo que es claro es que dentro de la institución se recompensa a todo aquel que se adhiere a su normativa y estatus, y por otro lado, se margina a todo aquel que se aleje o intente transgredir sus normas reguladoras. Siguiendo este pensamiento podemos deducir que en las instituciones, la libertad no gusta, motivo por el cual se idean estrategias para poder reducirla y contenerla lo máximo posible.
Uno de los filósofos esenciales en el tratamiento de la libertad y el poder, Sartre, tiene como núcleo lo que él considera más valioso para el hombre: la vocación de libertad del hombre y su rasgo individualista. Cuanto menor sea la autoridad que se ejerza sobre mi conducta y esta sea dirigida por mi propia voluntad y mis motivaciones, más libre puedo ser.La libertad pasa a ser para el pensador francés el rasgo fundamental del ser humano. Cada persona desde su conciencia, su intencionalidad, determina que acciones realiza, quien elije ser y cómo es. El hombre, según Sartre, está condenado a ser libre, a la libertad de elegir, estamos “solos, sin excusas”. La libertad tiene un precio considerable: la angustia vital de esa elección y el tener que asumir sus consecuencias.
En aras de esta angustia vital el hombre niega y elude su libertad para transformarse en una “cosa inerte”. La institución nos lo pone fácil, la normativa no hace necesario más que la toma de una decisión, la de pertenecer o no a la misma. El seguimiento de las normativas reguladoras de la misma tras ello nos ahorrarán la necesidad de padecer ningún tipo de angustia. Sin embargo, en la realidad, los enfermeros seguimos experimentándola a pesar de trabajar en contextos institucionalizados. Eso sucede porque como dice Sartre, no podemos escapar a nuestra conciencia de libertad y al conflicto que se establece entre mi libertad y la de otros. Desde este punto de vista sartriano, el poder no es sólo aceptable, sino también necesario. El hombre debe “proteger” su libertad al apoderarse de la libertad del otro y someterla a la suya. Es en este punto donde debemos introducir la reflexión sobre quiénes y cómo son los líderes que someten la libertad de los otros y por qué el que es sometido cede su libertad ante la seguridad y adscripción del prestigio y poder de su líder.
Es tremendamente difícil hacer una interpretación de los grupo sociales desde una filosofía individualista como la sartriana, aunque no por ello deja de ser pertinente en una sociedad como la contextual, donde el hombre más que nunca lucha por afirmar su diferenciación. Esa afirmación del yo llega a través del ejercicio del poder y ese “hace que las posibilidades deseadas se conviertan en realidad”.
Los líderes de los grupos enfermeros a través del poder que ostentan dirigir el comportamiento del grupo que gobiernan y lo hacen interviniendo en sus procesos de decisión, afectando a su libertad individual. Las decisiones son tomadas atendiendo a emociones y valores pensados y aceptados, legitimados por el grupo en concepto de “verdad”. Foucault nos dice al respecto que cada sociedad crea sus propios discursos sobre lo que es verdad y lo que es falso, transformando este poder en algo titánico: El poder crea saber, y ese saber, dará más poder al que lo posea y difunda.
De manera tradicional se ha afirmado que los hilos de poder son conducidos a través de un mecanismo de castigo o premio, siguiendo el condicionamiento operante de Skinner, según el cual el comportamiento de un individuo depende del control del flujo de estímulos agradables o desagradables que le son aplicados. En las modernas organizaciones hospitalarias encontramos por un lado el poder formal, que es el que controla el trabajo del equipo de enfermería a través de un sistema de castigos y recompensas y por otro lado un tipo de poder diferente, no formal, que no guarda relación con el puesto ni función desempeñado, sino que se debe al carisma del líder.
La relación de los diferentes grupos sociales formados dentro de una unidad de trabajo, crea un sistema de “vigilancia” inter-grupal que intentará ganar poder para su grupo y por otro evitar que el resto de los grupos lo incremente. Este sistema de inter-vigilancia portará beneficios a la jerarquía formal de poder, que verá como la resistencia al poder institucional está contenida gracias a que la resistencia al poder se dirige al resto de los grupos y no hacia ella.
El poder nunca dejará de existir, es algo dinámico que fluye y por el cual nos posicionaremos unas veces como los que ejercemos el poder y otras como los sometidos a él. En cualquier caso debemos saber que siempre somos responsables de nuestras acciones, y que como dice Sartre, tenemos que intentar superar esa angustia vital, ese vértigo que da la toma de decisiones, para poder tomar el timón de nuestra vida enfermera.
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