Sendino se muere
“¿Puedo comentarte algo? – le dije a J.C.D.; y, antes de que pueda reaccionar – : Tengo un cáncer de mama.”
Así empieza Sendino se muere, el relato en el que se intenta recrear cómo vivió un capellán de hospital las últimas semanas de vida de la Doctora África Sendino convertida en paciente tras habérsele diagnosticado un cáncer de mama. Este libro surge de los deseos de la propia paciente de escribir como vivía su enfermedad a través de notas que tomaba a propósito de ella tanto desde el punto de vista médico como de los aspectos mas espirituales y personales. Sendino quería ofrecer un testimonio de su enfermedad.
Sin embargo, el temor de Sendino a que el libro no estuviera acabado antes de que muriese se cumplió, por ello este libro no es íntegramente lo que ella escribió sino lo que el capellán vivió a su lado y las sensaciones que experimentó de los últimos días de Sendino cuando esta intentaba escribir: “Pero contiene – estoy seguro – buena parte de lo que Sendino quiso transmitir en su proyectado libro y sobre todo, de lo que ella realmente era y viví ”.
Desde el primer momento en el que el capellán entró en la habitación de la Doctora se dio cuenta de que Sendino no era el típico paciente al que estaba acostumbrado a tratar, sino que al contrario tomó una admirable posición ante la muerte. Y es que simplemente su posición y su compostura digna en la cama del hospital aun cuando esta alcanzó un gran nivel de declive físico dejaba entrever su comportamiento ejemplar a la hora de morir.
La admiración y la sorpresa del capellán aumentaba cada vez que entraba en la habitación de la Doctora y le preguntaba por su estado, no había pregunta que mas le gustara a Sendino que esta; sin ningún tipo de reparo contaba su estado con todo tipo de detalles médicos, dejando ver como de aceptada tenía su enfermedad sin necesidad ninguna de enmascararla. Sendino no se deja morir, lucha durante todas las fases de su enfermedad, pero no se aferra la vida. Cuando todo el tratamiento y la cirugía no funciona, mira la muerte a la cara. Habla desde el diagnóstico de la enfermedad y acepta que no tiene cura.
Sendino vio la muerte como una “fuente de ayuda a los demás”. No había momento en el que el capellán no encontrara amigos o familiares en su habitación, siempre dispuesta y preparada para las visitas. Y es que no vivió el proceso de su enfermedad de manera egoísta, a pesar de que en muchas ocasiones ella quisiera estar sola como así se refleja en alguna de las anotaciones que ella escribía, en todo momento estuvo para aliviar el dolor que dejaba su muerte en sus seres queridos: “Gracias a esta enfermedad que sufro –dejó escrito Sendino desde su doble experiencia de médico y enferma –he comprendido que compartir el dolor no significa simplemente asumir el dolor ajeno, sino también repartir el propio. Yo tengo sufrimiento, de acuerdo. Puedo repartirlo o guardarlo para mi. He decidido entregarlo. Y al decidirlo he comprendido que es así como se alivia y que para eso –para entregarlo- existe.”
Sendino no va a olvidar en ningún momento su profesión como médico de cuidados paliativos: “Buscaba ser médico hasta el final. Buscaba ser fiel a su vocación.” Es mas, estará siempre atenta de qué cosas podría mejorar como médico tras estar al otro lado: “estaba viendo la medicina desde el lado del enfermo, lo que juzgó que le ayudaría a ser mejor profesional”. “Estar enferma ayudó a Sendino a repasar su propio quehacer médico: en cada profesional que la atendió, vio un espejo de si misma. Revisó qué había hecho bien y qué mal a lo largo de su trayectoria.”
El libro se orienta a describir como afronta ella las diferentes etapas. Nos cuenta como ella se encuentra un pequeño bulto indicativo de enfermedad, se lo ratifican, lo comunica, como se lo dice a su jefe de unidad; se expone al tratamiento, quimioterapia, cirugía, hasta la aceptación de que no tiene cura.
Resulta muy emocionante conocer el proceso completo, su diagnóstico de cáncer de mama, como se lo comunica a sus compañeros de trabajo, el tratamiento de su enfermedad y su lucha por vivir. En particular como describe el proceso de convertirse en paciente y dejar de ser profesional de la medicina, pasar de las butacas al escenario. Gracias a este cambio de rol descubre nuevos problemas que muy posiblemente hayan sufrido sus pacientes sin ella saberlo, “tiene una que estar enferma para conocer los problemas del hospital”.
No considera su enfermedad como un castigo, piensa que la enriquece como médico. Pero lo más singular es su fortaleza para reconocer la proximidad de la propia muerte, su entereza y valor son una fuente de inspiración.
Un aspecto que llama mucho la atención es la forma en la que Sendino afronta y encara su enfermedad. Muestra como una persona, no tiene por qué esperar la muerte de una forma angustiosa, sino como una fase sin dolor y desesperación, un tiempo que permita al enfermo dar y recibir afecto. Un tiempo de despedidas, de dejar asuntos solucionados y dedicárselo a las personas que mas quieres, en definitiva, un tiempo para estar con tus seres queridos.
Nos encontramos en una cultura que trata de ocultar la muerte, y se busca un cambio de mentalidad en el sistema sanitario. La medicina paliativa considera la muerte como el proceso natural que es, el establecimiento de un tipo de asistencia que no acelera la llegada de la muerte, ni tampoco la pospone a costa de la calidad de vida del enfermo.
Este relato es una defensa de que la situación terminal no tiene por qué ser la espera angustiosa de la muerte, sino un tiempo sin dolor donde se busca siempre la comodidad del enfermo y se le proporcione tranquilidad, un tiempo que permita al enfermo dar y recibir afecto.
Texto de Rosalía Amaro Castro
Basado en Sendino se muere , Pablo d`Ors, Fragmenta Editorial.
- Las enfermeras que lloran.
- Las leyes de Murphy enfermeras