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El segundo sexo coreano. Otras formas de percibir la salud y la enfermedad

La salud, el bienestar y la enfermedad, no son hechos que tengan que ver exclusivamente con las estructuras y las funciones de nuestro organismo. Salud y cultura están unidos indivisiblemente. Por lo tanto, lo que se percibe como salud y enfermedad, sus causas, tratamiento y prevención y quién las trata, están determinados por cada cultura particular. La cultura es la lente que delimita lo que se entiendo como enfermedad y también, cuáles son  los medios necesarios para combatirla. Cada cultura crea su propio contexto terapéutico y elabora soluciones para resolver los problemas de salud. Debido a esto es necesario una disciplina que trate las formas de ver la enfermedad, de combatirla y de explicarla: la antropología de la salud. Esta disciplina, es la que nos ha permitido profundizar en la forma coreana de percibir los problemas de salud y abordarlos terapéuticamente: el chamanismo femenino. En este caso, son las mujeres de la familia las que velan por la salud de la familia, incluso desde la dimensión religiosa, y también serán las mujeres, esta vez, chamanes, las encargadas de conseguir la intercesión de los dioses para lograrlo.

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Los profundos cambios derivados de la industrialización y la introducción del capitalismo en Corea de Sur, son elementos que han influido en la estructura familiar coreana tradicional, (con la inserción laboral de la mujer, el descenso del número de hijos y la convivencia de una o dos generaciones y no más en la misma vivienda, como era habitual). Pero, paradójicamente, no se ha producido de forma correlativa cambios de iguales dimensiones en la ideología y valores que sustentan a la familia coreana .Aún en el tiempo actual, sigue  siendo  predominante la visión confuciana de la familia patriarcal con roles de género distintos para el hombre (cuya actividad se desarrolla dentro de la esfera pública) y la mujer (cuyo desarrollo se limita a la esfera doméstica y privada). La principal virtud sigue siendo la piedad filial (aunque es cierto que esta piedad filial se dirige tanto a la madre como al padre).

El antropólogo Antonio J. Doménech del Río expone en su artículo de “Las mujeres coreanas y sus prácticas religiosas” que los roles de género son asignados culturalmente y que esta conducta cultural, hace que la percepción religiosa y su expresión sea diferente entre los hombres y mujeres coreanos.

La organización dual de la sociedad siguiendo los principios del yang y el yin, también se refleja en una organización dual de la religión: mientras que los hombres se dedican al culto solemne de los ancestros, (limitándose la participación de la mujer del cabeza de familia a la preparación de la comida para los jesa), las prácticas religiosas de las mujeres se dedicarán al culto de los espíritus y dioses domésticos, para la protección de la prosperidad y salud de la familia (para lo cual requieren en ocasiones el servicio de los chamanes). Esta división ha propiciado que el culto a los ancestros haya sido considerados solemnes y dignos, al derivarse del espíritu filosófico confuciano, y que en cambio el culto de las mujeres hayan sido considerado folclore y superstición. Por tanto se puede decir que existen rituales apropiados para los hombres y otros apropiados para las mujeres.

En un principio podría parecer chocante la preeminencia de la mujer chamán en una sociedad patriarcal que limita tanto el papel de la mujer (de hecho la mayoría de las chamanes o mansin son mujeres, siendo raro encontrar un paksu mudang (un chamán hombre); aunque no lo será tanto si tenemos en cuenta que los participantes en los ritos chamánicos son mayoritariamente mujeres, al ser estas las responsables del bienestar religioso de la familia. Las mujeres realizan sus rituales para proteger a la familia de la influencia maligna de espíritus externos al hogar. Es en la práctica ritual de las mujeres, donde ejerce un papel fundamental el chamanismo, practicado por mujeres y solicitado también, en la mayoría de los casos por éstas. El chamanismo es una práctica religiosa que es llevada a cabo por una chamán o mudang que puede ser tanto mujer como hombre (aunque en una amplia proporción son mujeres). La mudang es capaz de establecer un contacto directo con el mundo de los espíritus y servir  de intermediaria entre los dioses, los espíritus y los humanos. A través de la posesión la mudang transmite el mensaje de los espíritus a los hombres y estos son capaces de consultar a estos mismos dioses o espíritus lo que desean.

Los rasgos característicos del Chamanismo o Muísmo son:

  • La experiencia personal y directa del chamán con los dioses, actuando como mediador entre estos y los hombres.
  • Su objetivo es poder satisfacer necesidades prácticas de los humanos en relación a la salud, la riqueza, etc.
  • En la práctica chamánica se produce la unión de los opuestos, ya que al ser poseído y alcanzar el éxtasis, el chamán comunica el mundo de los humanos con el de los espíritus.

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EL antropólogo Jongsung Yang, clasifica dos tipos principales de chamanes: las que reciben su llamada o vocación a través de la posesión de un dios, las llamadas kangsin mudang, que son chamanes carismáticos y las chamanes de tipo hereditario o Seseup Mudang. La diferencia entre ambas se encuentra en que las chamanes carismáticas acceden al chamanismo a través de la posesión directa de los dioses. Son personas que presentan de forma recurrente problemas de corte psicosocial que no pueden ser diagnosticados hasta que ella/él mismo o uno de sus allegados, reconoce esta llamada y acude a otra mudang experimentada para que  ayuda en la aceptación de su destino como futura mudang. Esta  “enfermedad” derivada de la posesión espiritual presenta una sintomatología diversa: pérdida de apetito, debilidad, se visualiza espíritus en sueños, se tienen alucinaciones, sus predicciones se cumplen, etc. Esta situación continúa inexorable hasta que la nueva chamán acepta su destino y pasa por un ritual de iniciación, así como un severo y complejo entrenamiento basado en la imitación, la práctica y la repetición junto con una chamán experimentada que puede durar más de diez años.

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Hay un aspecto muy interesante en las interpretaciones que los antropólogos realizan de estos cultos de posesión. En ellas, este tipo de prácticas son consideradas una  rebelión frente al poder y  el estatus del hombre. En  muchas culturas, existe una mayor proporción de mujeres respecto de los hombres,  que entran en situación de trance y posesión. La explicación que se da, es que la mujer utiliza la posesión como una estrategia a través de la cual, es capaz de hablar por fin con libertad. Les permite afirmar su posición y sus ambiciones de forma abierta. Los rituales chamánicos y el trance, actúan como formas de ventilación frente al agravio de la sumisión al hombre  que la sociedad les marca. El chamanismo femenino coreano, supondría entonces una “rebelión” frente a la estructura social patriarcal confuciana. A  través de los kut o rituales chamánicos, las mujeres tienen la posibilidad de venerar a  unos dioses, espíritus femeninos y antepasados, que no tienen cabida en el culto confuciano practicado por los hombres, De esta forma, las mujeres pueden mantener un vínculo religioso con las mujeres antepasadas de su familia natal.

Las mujeres en Corea del Sur, siguen siendo, como decía S. de Beauvoir, un “segundo sexo”. Las prácticas y percepciones relacionadas con la salud y la enfermedad se hayan impregnadas culturalmente de esta influencia de género en su vida cotidiana. El tiempo dirá si las mujeres seguirán comunicando lo que sienten y piensan sólo a través del trance para poder ser escuchadas. Ojalá toda la sociedad, hombres y mujeres sean capaces de salir también de su propio trance, para que sean capaces de escucharlas.

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BIBLIOGRAFÍA

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