NIGHTINGALE & CO
Nightingale&Co es un blog de carácter personal, formado por un grupo de profesionales sanitarios preocupados por el cuidado integral de las personas, y cuyo compromiso se centra en aportar una visión reflexiva donde la experiencia y los diferentes puntos de vista de los profesionales implicados en los cuidados, puedan servir para mejorar la calidad en la asistencia profesional basada en la evidencia.

Cuidados Centrados en el Desarrollo y la Familia (CCD) y NIDCAP

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(Mª Ángeles Cabello Vinagre, DUE Especialista en Pediatría)

Hace unos años, y algunos habréis podido verlo con vuestros propios ojos, las unidades de Neonatología, antes llamadas “Nidos”, eran lugares ruidosos, con mucha luz y en los que no se permitían las visitas, ni siquiera de los padres, salvo en un estricto horario.

 

En España hay información de la aplicación de los CCD desde 1999, aunque la entrada de los padres era prácticamente nula.

Se han hecho varios estudios sobre la situación en las unidades de Neonatología en España y se ha visto una clara mejoría cuando se aplican los CCD y NIDCAP, así como que cada vez son más los hospitales que optan por estos cuidados y lo que conlleva.

Pero ¿y qué es eso de Cuidados Centrados en el Desarrollo y la Familia? ¿Y eso de NIDCAP?

Bien, pues voy a contaros un poco, para que podáis ver vosotros mismos las diferencias entre aplicar estos cuidados y no hacerlo.foto 2,3

Definición de Cuidados Centrados en el Desarrollo:

Se trata de un sistema de cuidados que pretenden mejorar el desarrollo del niño a través de intervenciones que favorezcan al neonato y a su familia, entendiendo a ambos como una unidad.

Se basan en todas aquellas intervenciones dirigidas a optimizar el macroambiente y el microambiente así como facilitar a los padres que proporcionen ellos los cuidados de sus hijos.

Entendemos por macroambiente a las luces, los ruidos y por microambiente a las manipulaciones, la postura, el dolor,…

Para conseguir unos Cuidados Centrados en el Desarrollo minimizaremos las manipulaciones, realizándolas únicamente cuando sea estrictamente necesario o cuando el neonato nos lo pida, esto lo sabremos porque vamos a realizar una observación constante de todos sus signos vitales, así como de su comportamiento, pudiendo identificar signos de estrés en el neonato. Con esto conseguiremos reducir las estimulaciones y favorecer el descanso.

Deberemos también modificar el ambiente, consiguiendo un entorno lo más parecido posible al útero materno, controlaremos las posturas del neonato y promoveremos las conductas autorreguladoras, como pueden ser la contención en nidos, colocar las manos en la línea media cerca de la cara del neonato y por supuesto, involucraremos a los padres en el cuidado de sus hijos, facilitando, entre otras cosas el Método Madre Canguro desde el primer momento.

En definitiva, los CCD ofrecen una manera de controlar el impacto que puede tener el ambiente extrauterino sobretodo en los niños prematuros.

Definición de NIDCAP:

El método NIDCAP fue creado por la Dra. Als en 1986 , se basa en la Teoría Sinactiva, que evalúa el grado de maduración del SNC de estos niños, nos ayuda a comprender cómo se organizan las distintas capacidades neuronales y cómo se comporta el feto y el recién nacido cuando estas capacidades no están maduras y tiene que hacer frente al mundo extrauterino.

Está englobado dentro de los CCD. Es un método de intervención, conducido por profesionales entrenados en neurodesarrollo, basado en observaciones formalizadas del neonato, antes, durante y después de los procedimientos o cuidados que se le realizan durante su ingreso.

Se pretende, con todo esto, preservar y facilitar un neurodesarrollo correcto intentando en todo momento que sea lo más parecido al neurodesarrollo que se conseguiría en el útero materno.

Como hoy en día se sabe, el SNC de los niños prematuros, se encuentra en pleno desarrollo, por lo que tenemos que hacer lo posible por no interferir en el mismo. Debemos ser conscientes de que pequeños estímulos pueden condicionar el desarrollo de nuestro neonato.

Como se puede observar en las imágenes, el SNC está continuamente desarrollándose desde el 6º mes, momento en el que comienzan a crearse las sinapsis neuronales, pero no es hasta los 8 meses de gestación cuando se comienzan a ver surcos en la corteza cerebral. Por esto debemos minimizar las manipulaciones, estímulos e intervenciones al recién nacido pretérmino, para, de esta forma, preservar el neurodesarrollo.

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Bien, ahora vamos a pasar a algo más práctico. Pongámonos en situación:

“Hola, soy un fetito de 30 semanas de gestación, aún he vivido muy poquito y todo dentro de mamá, y espero que dure mucho porque aquí dentro estoy la mar de a gusto.

Los que ya estéis ahí fuera probablemente me digáis todo lo bueno que me espera cuando salga, pero es que…aquí estoy tan bien.

Hace calorcito, pero no un calor de ese sofocante y seco, no, una temperatura ideal, y con humedad para que mi piel se mantenga bien hidratadita.

Además casi no oigo ningún ruido, lo que oigo me llega muy amortiguado, así que no me pego ningún susto. Y lo que sí oigo, que además me encanta y me tranquiliza cuando estoy más nervioso es la voz de mi mamá y su corazón, es muy relajante.

Aquí estoy casi a oscuras, un poquito de luz me llega cuando es de día, pero para qué más, así duermo, anda que no soy dormilón yo.

Pensaréis, “sí claro, eso está muy bien, pero, no te puedes mover en ese espacio tan pequeño”. Pues es verdad, pero así es como me gusta a mí, saber que mi mamá me “abraza” cuando me muevo y que no me haré daño y estaré tranquilo.”

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Como veis nuestro feto se encontraba ahí dentro, mejor que bien, pero, por unas circunstancias u otras, mamá se puso de parto antes de tiempo.

Nuestro bebé va a nacer en cualquier momento y nuestro hospital cuenta con una Unidad de Neonatos preparada para aplicar los Cuidados Centrados en el Desarrollo y la Familia, por lo que, ¿qué es lo que vamos a hacer para que nuestro bebé continúe desarrollándose de la forma más parecida a como lo haría si continuase en el útero materno? Pues ahora os lo voy a contar:

Bien, en la Unidades de neonatos tenemos esto:

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Y lo que queremos conseguir es esto:

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Sí, me diréis que todo eso está muy bien, pero ¿cómo vamos a conseguir que una incubadora, una Unidad de Neonatos, donde se realiza tanta técnica, sea lo más parecido al útero materno? Pues es más fácil de lo que pensamos.

Lo único que hay que hacer es cumplir cinco, sí, habéis leído bien, nada más que cinco puntos, que de verdad, son muy pero que muy sencillos:

Punto 1: Actividades dirigidas a favorecer el vínculo.

Crear un entorno hospitalario favorable a la incorporación de los padres. Facilitar el acceso a la unidad las 24 horas del día, que tengan un lugar de descanso, una zona donde poder comer, asearse, etc. Van a pasar muchas horas en el hospital, por lo que deberíamos hacer esta estancia lo más agradable posible y favorecer su descanso.

La ropa del recién nacido estará individualizada o se usará la que lleven los papás. Se les puede sugerir que duerman con la prenda que le van a llevar para que su olor se impregne en ella, de esta manera, en los momentos en los que los padres no puedan estar con su hijo, la ropa que lleve o la mantita con la que se le tape, le recordarán a sus padres.

Los padres deben participar activamente en todos los aspectos del cuidado. Este punto es muy importante, no sólo para que vayan acostumbrándose a todos los cuidados que requerirá su hijo, también porque, así facilitaremos que se adapten a la situación además favoreceremos el vínculo y conseguiremos que se sientan útiles, que se sientan sus papás.

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Favorecer el contacto piel con piel (Método Madre Canguro) y favorecer la Lactancia Materna. Este método se define como el contacto piel con piel entre la madre y el niño prematuro de la forma más precoz, continua y prolongada posible con lactancia materna, para que ambos se beneficien de sus ventajas.

Se ha comprobado que es efectivo para el control de la temperatura, reduce el riesgo de infecciones y de episodios de apnea, favorece la lactancia materna, permite y fortalece la vinculación madre/padre-hijo, devuelve a los padres el protagonismo del cuidado de sus hijos y reduce la estancia hospitalaria.

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Punto 2: Actividades destinadas a optimizar el macroambiente:

Reduciremos la luz y los ruidos, realizaremos las actividades de forma pausada y siempre con manipulaciones suaves, creando en todo momento un ambiente confortable.

Preferiblemente usaremos una luz natural y taparemos los ojos de los recién nacidos para que no les moleste la luz. Usaremos cobertores de incubadora o mantas que nos lleven los padres. Tendremos mucho cuidado al cerrar las puertas de la incubadora y evitaremos cualquier golpe así como escribir encima de la incubadora. Igualmente dejaremos las alarmas del monitor o ventilador bajas.

Al disminuir el ruido disminuye la FC, la TA, la FR y al reducir la luz se produce una disminución de la FC. Se disminuye el estrés.

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Paso 3. Actividades dirigidas a optimizar el microambiente:

Debemos intentar agrupar las actividades e intervenciones que vayamos a realizar al recién nacido, es decir, realizar mínima manipulación y cuando el neonato lo pida. Podemos aprovechar a realizar la manipulación si le vemos en estado de alerta para interactuar con él.

Las manipulaciones las realizaremos siempre entre dos personas, de tal manera que mientras una realiza la técnica o cuidado, la otra se encargará de contener al recién nacido para que se mantenga estable y no se desorganice.

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Si vemos señales de que está cansado, pausaremos el procedimiento hasta que esté listo para continuar.

Favoreceremos la succión no nutritiva mientras le alimentamos por sonda orogástrica.

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Paso 4. Cuidados posturales.

Ayudaremos al recién nacido a mantenerse flexionado y recogido, facilitando posturas lo más parecidas a la posición fetal.

Una vez le hayamos colocado en la posición correcta, le contendremos bien ayudándonos de los nidos para que mantenga esa postura y sienta topes como los que sentiría si siguiera en el útero materno.

Realizaremos cambios posturales en cada manipulación, ya que tal cual les dejes, así se van a quedar. Hay que prevenir las úlceras por presión.

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Paso 5. Control del dolor.

Para ello utilizaremos, preferiblemente, técnicas no farmacológicas, por ejemplo, la administración de sacarosa o de leche materna antes de realizar un procedimiento.

La contención en estos casos también juega un papel muy importante, ya que ayuda a que el recién nacido se calme y mantenga estables las constantes vitales.

Otra técnica que nos puede ayudar es la succión no nutritiva. Ellos mismos la usan de consuelo y para autorregularse, por lo que podemos usarlo durante el procedimiento doloroso o molesto.

También podemos esperar a realizar la técnica cuando esté en canguro con la mamá o el papá y/o mientras esté al pecho realizando una toma, esto también ayuda a reducir el dolor.

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CONCLUSIÓN:

Como veis no supone gran esfuerzo adaptar nuestras unidades neonatales a los Cuidados Centrados en el Desarrollo y la Familia y por el contrario conlleva múltiples beneficios, no sólo para el recién nacido, también para sus padres y resto de familiares.

Poco a poco todas las Unidades Neonatales están incorporando estos cuidados y algún día no será necesario hablar del tema porque se considerará la base del cuidado del recién nacido ingresado en una Unidad Neonatal.

BIBLIOGRAFÍA:

  1. Servicio de Neonatología del Hospital 12 de Octubre de Madrid. Cuidados Centrados en el Desarrollo. Método NIDCAP. Diciembre 2008.
  2. Pallás Alonso CR, López Maestro M. NIDCAP, práctica y metanálisis. Evid. Pediatr. 2013; 9:40.
  3. A. Gómez Papí, CR Pallás Alonso, J. Maldonado. El método Madre Canguro. Acta Pediatr Esp. 2007; 65(6): 286-291.
  4. M. López Maestro, A. Melgar Bonis, J. de la Cruz-Bertolo, J. Perapoch López, R. Mosqueda Peña, C. Pallás Alonso. Cuidados centrados en el desarrollo. Situación de las unidades de neonatología de España. Elsevier España. Diciembre 2013.

Las leyes de Murphy enfermeras

 

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Queridas compañeras enfermeras recién ingresadas en esta apasionante y vocacional profesión: bienvenidas. Soy consciente, como enfermera veterana, benemérita y un poco kalandraca (dícese de la enfermera que atesora en sus lomos más de 15 años de turnos rotatorios mañana/tarde/noche), que habéis  sido preparadas de una manera exhaustiva para poder desarrollar al máximo vuestras capacidades científico-técnicas. Os han hablado hasta la saciedad de la importancia de lo “holístico”  y el cuidado integral del paciente. Han grabado en vuestras tiernas mentes que una enfermera debe ser siempre amable, diligente, resuelta…Incluso alguna, de lo más ingenua, habrá pegado en su carpeta de apuntes de último año, las palabras de nuestra amada lideresa, Florence Nightingale:

“La formación recibida por parte de las futuras enfermeras se basa en el principio de comprender no sólo que hay que hacer, sino cómo llevar a cabo sus obligaciones”

No os dejéis engañar…Si a Florencia le dio tiempo a escribir tanto y sobrevivió a la experiencia de ser enfermera en la guerra de Crimea, es porque iba de aquí para allá con un candil en la mano, pero… ¿quién ponía las cuñas mientras tanto? No la veo yo de mancharse los puños almidonados, la verdad.  En fin, que mi propósito hoy aquí, consiste en transmitiros un saber diferente.

Sé que lleváis años memorizando formulaciones que serán esenciales en vuestro desempeño enfermero. Creéis que sin ellas  nunca  podréis ser tomadas por profesionales de prestigio: el gradiente alveólo-arterial, el índice de intercambio de O2, el aclaramiento de creatinina, una de mis favoritas: la excreción fraccional de Sodio, y por supuesto: como pasar mililitros a gotas y micro gotas y calcular el cómputo de volumen a pasar en un determinado tiempo.

OLYMPUS DIGITAL CAMERAPero, colegas mías de profesión, os tengo que comunicar que la gran ley reguladora de la enfermería fue formulada en 1949 y se llama la “Ley de Murphy”. Se basa fundamentalmente en un precepto que aglutina un  mensaje totalmente verdadero. Esta será la ley empírica de vuestros futuros turnos de trabajo: “Si hay alguna posibilidad de que las cosas salgan mal, saldrán mal” Si nos detenemos a reflexionar sobre  ello, claro está que  la impresión que da es la  de tener una visión laboral bastante pesimista. No es cierto. Es la pura realidad. Más os vale armaros de valor y estar preparadas para el combate. Por eso, noble alma kalandraquera como soy, he decidido legaros este saber ancestral: las leyes de Murphy enfermeras:

  1. La desaturación, hipertensión, arritmia, agitación o dolor referido por el paciente y razón por la que has avisado al médico de guardia, desaparecerán instantáneamente ante la aparición de su ondeante bata blanca. Lo que no desaparece es tu cara de tonta al suceder eso.
  2. Lo absurdo de una sugestión u orden médica será directamente proporcional  a la distancia de la cama del paciente a la que se encuentre (¡Viva la telemedicina!)
  3. Tan pronto como termines la cura de una herida a la que hayas dedicado tres cuartos de hora, aparecerá un cirujano que insistirá en revisarla.
  4. Tu nariz te picará invariablemente cuando te encuentres enfundada de pies a cabeza con gorro, mascarilla, bata y guantes estériles. De una forma terrible.
  5. El paciente agitado y desorientado que lleva 9:30h  de tu turno nocturno de 10 horas, chillando y agitando las barras de su cama, quedará por fin callado y dormido bajo los efectos múltiples de la medicación administrada durante la noche en ese preciso momento. Así seguirá durante la siguiente mañana y la tarde. Cuando vuelvas de nuevo al turno nocturno, el tin-tin de las barras chocando te saludarán anunciando otra noche “irrepetible” de guardia.
  6. Recordarás que no has ido a buscar la medicación de la siguiente hora, justo cuando te hayas puesto bata, guantes y mascarilla del box aislado en el que se encuentra tu paciente.
  7. Justo al salir de la habitación de un paciente al que acabas de preguntarle si necesitaba algo más, percibirás que la luz del timbre de su habitación se enciende llamando a la enfermera.
  8. Si tu supervisora se acerca risueña y sonriendo hacia ti… ¡ten mucho, mucho miedo! Prepara excusas creíbles por las que te es imposible doblar turno o venir el fin de semana.
  9. Tan pronto como retiras un catéter IV, el médico pautará una nueva línea de suero.
  10. Las reuniones obligatorias para el equipo de enfermería se programarán en los salientes de tus turnos de noche, preferentemente cuando la unidad esté llena y cargada de pacientes psiquiátricos.
  11. Si tu paciente precisa 3 mg de sintrom, en tu cajetín monodosis de farmacia solo tendrás 2mg. Al intentar reclamar lo que falta, te darás cuenta que hace cinco minutos la farmacia está cerrada y tienes que llamar al supervisor de guardia.
  12. Cuanto más agitado y confuso está un paciente, menor es la probabilidad de que un familiar o amigo pueda acompañarle.
  13. Cuando tras una hora dedicada a bañar, cambiar la ropa de cama y curar las heridas de tu paciente, creas que todo ha quedado a gusto de la enfermera Nightingale, un gran “código marrón” se expandirá fuera de las líneas del empapador y deberás comenzar de nuevo.
  14. Nada más “abordar” la inserción de un catéter arterial o tener que lidiar con un gran, gran “código marrón”, el médico al que estás intentando localizar durante toda la mañana, te llamará por fin al control de enfermería.
  15. Si has tenido un turno de 7 horas en las que has tenido que reanimar a un paciente, cambiar de cama a otro, poner en marcha  un hemofiltro, y dejar cargadas las perfusiones para las 8 bombas que necesita tu paciente, el supervisor de guardia llegará a la unidad justo en el momento en que  te acabas de sentar y estás ojeando una revista.
  16. Tu paciente de 150 Kg precisará según orden médica: enema, fisioterapia respiratoria y levantar al sillón, mientras que el otro de 48 Kg, tendrá prescrito reposo en cama.
  17. El enema que administraste hace 5 horas será efectivo 20 minutos antes de que tu turno finalice.
  18. Justo al levantar a tu paciente recién operado con ayuda de una grúa y fajado como si fuera Scarlett O´Hara, te llamarán de rayos para comunicarte que el paciente puede bajar al escáner en 10 minutos (¡y telemedicina no te ha avisado!)
  19. Cuando tu paciente entre en shock hipovolémico y se necesite urgentemente los resultados de la analítica, el técnico de laboratorio llamará protestando porque el tubo de coagulación está mal enrasado.
  20. Si la tostada se cae, siempre será por el lado de la mantequilla ( se ruega aplicar  la misma fórmula en caso de un empapador manchado por un “código marrón”)

Queridas mías, así son las cosas, ahora sabéis la verdad. Estad preparadas entonces. No tengáis miedo. Os quedan muchas guardias para comprobar la verosimilitud de estas leyes enfermeras (algunas otras las formulareis vosotras mismas, tras tiempo de experiencia) Sólo os ampara una herramienta para poder sobrevivir a esta profesión que es en verdad, impagable: el humor. Reíros de vosotras mismas y de las absurdas situaciones que vivimos a diario. Es la única salida para conservar la cordura.

 

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Sendino se muere

 

¿Puedo comentarte algo? – le dije a J.C.D.; y, antes de que pueda reaccionar – : Tengo un cáncer de mama.”

            Así empieza Sendino se muere, el relato en el que se intenta recrear cómo vivió un capellán de hospital las últimas semanas de vida de la Doctora África Sendino convertida en paciente tras habérsele diagnosticado un cáncer de mama. Este libro surge de los deseos de la propia paciente de escribir como vivía su enfermedad a través de notas que tomaba a propósito de ella tanto desde el punto de vista médico como de los aspectos mas espirituales y personales.  Sendino quería ofrecer un testimonio de su enfermedad.

            Sin embargo, el temor de Sendino a que el libro no estuviera acabado antes de que muriese se cumplió, por ello este libro no es íntegramente lo que ella escribió sino lo que el capellán vivió a su lado y las sensaciones que experimentó de los últimos días de Sendino cuando esta intentaba escribir: “Pero contiene – estoy seguro – buena parte de lo que Sendino quiso transmitir en su proyectado libro y sobre todo, de lo que ella realmente era y viví ”.

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            Desde el primer momento en el que el capellán entró en la habitación de la Doctora se dio cuenta de que Sendino no era el típico paciente al que estaba acostumbrado a tratar, sino que al contrario tomó una admirable posición ante la muerte. Y es que simplemente su posición y su compostura digna en la cama del hospital aun cuando esta alcanzó un gran nivel de declive físico dejaba entrever su comportamiento ejemplar a la hora de morir.

            La admiración y la sorpresa del capellán aumentaba cada vez que entraba en la habitación de la Doctora y le preguntaba por su estado, no había pregunta que mas le gustara a Sendino que esta; sin ningún tipo de reparo contaba su estado con todo tipo de detalles médicos, dejando ver como de aceptada tenía su enfermedad sin necesidad ninguna de enmascararla. Sendino no se deja morir, lucha durante todas las fases de su enfermedad, pero no se aferra la vida. Cuando todo el tratamiento y la cirugía no funciona, mira la muerte a la cara. Habla desde el diagnóstico de la enfermedad y acepta que no tiene cura.

            Sendino vio la muerte como una “fuente de ayuda a los demás”. No había momento en el que el capellán no encontrara amigos o familiares en su habitación, siempre dispuesta y preparada para las visitas. Y es que no vivió el proceso de su enfermedad de manera egoísta, a pesar de que en muchas ocasiones ella quisiera estar sola como así se refleja en alguna de las anotaciones que ella escribía, en todo momento estuvo para aliviar el dolor que dejaba su muerte en sus seres queridos:    “Gracias a esta enfermedad que sufro –dejó escrito Sendino desde su doble experiencia de médico y enferma –he comprendido que compartir el dolor no significa simplemente asumir el dolor ajeno, sino también repartir el propio. Yo tengo sufrimiento, de acuerdo. Puedo repartirlo o guardarlo para mi. He decidido entregarlo. Y al decidirlo he comprendido que es así como se alivia y que para eso –para entregarlo- existe.”

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            Sendino no va a olvidar en ningún momento su profesión como médico de cuidados paliativos: “Buscaba ser médico hasta el final. Buscaba ser fiel a su vocación.” Es mas, estará siempre atenta de qué cosas podría mejorar como médico tras estar al otro lado: “estaba viendo la medicina desde el lado del enfermo, lo que juzgó que le ayudaría a ser mejor profesional”. “Estar enferma ayudó a Sendino a repasar su propio quehacer médico: en cada profesional que la atendió, vio un espejo de si misma. Revisó qué había hecho bien y qué mal a lo largo de su trayectoria.”  

            El libro se orienta a describir como afronta ella las diferentes etapas. Nos cuenta como ella se encuentra un pequeño bulto indicativo de enfermedad, se lo ratifican, lo comunica, como se lo dice a su jefe de unidad; se expone al tratamiento, quimioterapia, cirugía, hasta la aceptación de que no tiene cura.

Resulta muy emocionante conocer el proceso completo, su diagnóstico de cáncer de mama, como se lo comunica a sus compañeros de trabajo, el tratamiento de su enfermedad y su lucha por vivir. En particular como describe el proceso de convertirse en paciente y dejar de ser profesional de la medicina, pasar de las butacas al escenario. Gracias a este cambio de rol descubre nuevos problemas que muy posiblemente hayan sufrido sus pacientes sin ella saberlo, “tiene una que estar enferma para conocer los problemas del hospital”.

            No considera su enfermedad como un castigo, piensa que la enriquece como médico. Pero lo más singular es su fortaleza para reconocer la proximidad de la propia muerte, su entereza y valor son una fuente de inspiración.

            Un aspecto que llama mucho la atención es la forma en la que Sendino afronta y encara su enfermedad. Muestra como una persona, no tiene por qué esperar la muerte de una forma angustiosa, sino como una fase sin dolor y desesperación, un tiempo que permita al enfermo dar y recibir afecto. Un tiempo de despedidas, de dejar asuntos solucionados y dedicárselo a las personas que mas quieres, en definitiva, un tiempo para estar con tus seres queridos.

            Nos encontramos en una cultura que trata de ocultar la muerte, y  se busca un cambio de mentalidad en el sistema sanitario. La medicina paliativa considera la muerte como el proceso natural que es, el establecimiento de un tipo de asistencia que no acelera la llegada de la muerte, ni tampoco la pospone a costa de la calidad de vida del enfermo.

            Este relato es una defensa de que la situación terminal no tiene por qué ser la espera angustiosa de la muerte, sino un tiempo sin dolor donde se busca siempre la comodidad del enfermo y se le proporcione tranquilidad, un tiempo que permita al enfermo dar y recibir afecto.

Texto de Rosalía Amaro Castro

Basado en Sendino se muere , Pablo d`Ors,  Fragmenta Editorial.


Las enfermeras que lloran.

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Ahí las tienen, tres enfermeras llorando. Apoyadas en la pared de un pasillo de hospital. Las tres juntas pero sin tocarse, buscando tímidamente el apoyo del sentimiento compartido. Una de ellas ha ocultado su rostro con ambas manos porque la situación parece haberla sobrepasado y teme la exposición de su sufrimiento. Desconocemos que las ha llevado a llorar desconsoladas a ese lugar. Quizás acaban de estar con una mujer anciana en el duelo de su marido. A lo mejor un niño enfermo perdió la batalla contra un corazón demasiado débil para sostener el ritmo de su latido.  Incluso es posible que  una persona enferma a la que cuidaban durante meses y de la que conocían el nombre de sus hijos, de su perro y su música favorita, ha muerto durante su turno de trabajo. Nunca lo sabremos. Pero eso no es lo valorable de la imagen. Lo que atraviesa la barrera entre ellas y nosotros es su capacidad humana para el llanto. De compartir el dolor con el otro.

Precisamente, el término acompañar significa “estar con otro”, “existir o hallarse en una persona”. Consiste en participar de los sentimientos ajenos. Y eso es, a mi entender, una de las esencias de lo que es y hace la enfermería.

Aquí entra en juego algo que se relaciona usualmente con la dimensión religiosa, pero que es preciso reivindicar también fuera de ella: la compasión. ¿Qué supone? Tomar conciencia de los demás, ponerse en su lugar, sentir con el otro: com-pasión.

En estos días, parece que la atención sanitaria gira en torno al cuidado altamente tecnificado y especializado. El personal sanitario se preocupa mucho por dominar la técnica, por estar al día de los últimos hallazgos en investigación. Eso también es necesario, por supuesto. Pero en ocasiones, el desarrollo científico-técnico de nuestra profesión puede constituir una barrera frente a la persona que sufre, si la ponemos por encima de la dimensión humana del cuidado. Porque no queremos tener en cuenta las necesidades que ellos sienten, queremos decidirlas por ellos. Es cierto que cada vez en mayor número, se alzan grupos de trabajo que intentan conseguir el compromiso de los profesionales en cuanto a la humanización en el cuidado.  En un esfuerzo por ganar terreno a esta otra forma de cuidar, se elaboran protocolos y guías que persiguen el cambio. En muchas ocasiones, esto queda en papel mojado. Meros y bellos trabajos presentados en congresos que dejan una pátina reconfortante de humanista en tiempos renacentistas.

Hay muchas fuerzas que intentan ganar terreno a la inconsciencia, a este dejar de ver y sentir con el otro. Entre otros muchos motivos encontramos la saturación de trabajo, la rapidez y excelencia con que se nos exige atender a los enfermos, el alejamiento emocional que nos hará capaces de pensar con más claridad y profesionalidad (supuestamente, claro)…Todo esto nos aleja de saber que la persona a la que cuidamos EXISTE realmente y es como yo.

Tomar conciencia del otro, es decir,  ser compasivo, es la herramienta imprescindible, el puente, para pasar a la acción. Por eso es esencial que no se rompa este circuito de compasión y acción en el cuidado de enfermería. Nos coarta sobre todo el miedo al sufrimiento. Pensar que si  rompemos la línea emocional con el que padece a mi lado, podemos introducirnos en momentos de desesperación. Es preciso por tanto ejercitarlo para que seamos realmente un apoyo sin que esto implique un desgaste emocional. No hay que llamarse a engaños. Es complicado, el camino de toda una vida de aprendizaje. Pero las enfermeras que lloran en los pasillos, llevan su profesión a ese más allá que las transforma como personas. Ya nos lo dijo la santurrona de  Nigthingale: “ Esta es la diferencia: la vida no es un sacrificio, es la participación en una labor, la más satisfactoria de todas”


1001 maneras de fijar el tubo endotraqueal.

La fijación del tubo endotraqueal es una de las rutinas diarias de enfermería en unidades como uci, quirófano o rea, resulta tan rutinaria que lo hacemos casi sin pensar, nos sale inconscientemente como cepillarnos los dientes o atarnos los cordones de los zapatos. Seguramente que cada uno aportamos nuestra impronta personal adaptando la técnica a nuestra experiencia personal.

Queridos Reyes Magos este año me he portado muy bien, he cumplido los objetivos de mi unidad, he asistido a cursos de formación continuada y en ocasiones cedo mi turno de café, por ello, quiero pediros la FIJACIÓN PERFECTA, tiene que permitirme realizar una correcta higiene bucal, poder cambiar la posición del TOT con facilidad, cuando aspire las secreciones en la boca me gustaría que no me persiguiera el tubo, deseo que no le haga daño al paciente, que la marca dental nunca se mueva y muy importante que evite una extubación accidental.

P.D. Necesito una fijación firme que no comprima el cuello evitando el retorno venoso del cerebro al tórax, lesiones dérmicas o por presión.

Hay varias maneras de sujetar un TOT, empezaré por los fijadores comerciales, en el mercado hay multitud de fijadores que no tienen látex y pueden ser una alternativa en caso de alergia a las vendas de algodón, la posición del tubo en la boca es central y no en la comisura labial. Su diseño no es estándar y cada casa comercial añade detalles como bandas adhesivas en las mejillas para mayor sujeción. Hay que tener en cuenta que su precio ronda los 5€ y siempre será más caro que una venda de algodón.

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Las sujeciones hechas con venda de algodón se prestan más a la imaginación y en el proceso se usan diferentes nudos, el primero sujeta la venda al tubo y para ello se puede usar el nudo tipo ballestrinque, su ventaja frente a otros es que funciona muy bien bajo tensión y es sencillo quitarlo.

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Como curiosidad este nudo tiene que estar sometido a tensión constante, si disminuye la tensión el nudo tiende a aflojarse, es por ello que se puede completar con una lazada de seguridad. El siguiente paso es colocar cada extremo de la venda sobre el pabellón auricular y unir ambos extremos con un nudo. De esta forma tendríamos fijado el TOT.

En la imagen inferior podemos ver como la venda está por debajo de las orejas, en esta posición se ejerce una mayor presión sobre las venas yugulares y por ello se desaconseja su uso.

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 El nudo en alondra es similar a la técnica anterior pero el nudo que une ambos extremos de la venda se debe realizar próximo a una de las orejas y el sobrante de uno de los extremos lo pasamos sobre la coronilla del paciente y lo anudamos en el extremo opuesto quedando el tubo fijado en la parte posterior de la cabeza por dos puntos.

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Podemos fijar el tubo con venda de traqueostomía, para ello cortamos dos tiras de venda y con esparadrapo unimos una de ellas al TOT, en esa misma tira realizamos un corte a cada lado consiguiendo dos orificios, por donde pasamos la segunda tira, quedando fijada en la zona cervical y occipital, por último anudamos ambos extremos.

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Sujeción con tela adhesiva, este método lo recomienda SATI (Sociedad Argentina de Terapia Intensiva) en el libro Ventilación Mecánica Ed. Panamericana 2ª Ed.

 1. Cortar una tela adhesiva de 2,5 cm de ancho, lo suficientemente larga para rodear la cabeza del paciente.

2. Cubrir el lado adhesivo de la tira con un trozo más corto de tela hipoalergénica, dejando un mínimo de 8 cm descubierto en cada extremo.

3. Cortar por la mitad los extremos de la tela adhesiva no cubierta.

4. Colocar la tira de tela adhesiva alrededor de la cabeza del paciente, por debajo de las orejas.

5. Asegurarse de que sea la tela hipoalergénica la quede en contacto con la piel.

6. Servirse de los extremos cortados de tela adhesiva para fijar el tubo. Se pueden colocar parches hidrocoloidal o gasas sobre las mejillas para proteger la piel.

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Otros métodos de sujeción con esparadrapo:

1. Cortar dos tiras de 15 cm de tela adhesiva con 2,5 cm de ancho.

2. Tomar y enrollarla en forma cruzada alrededor del tubo, dejando un mínimo de 5 cm de cada extremo.

3. Extender los extremos hacia arriba y adherirlos a las mejillas del paciente.

4. Con la misma técnica, enrollar la segunda tira alrededor del tubo, pero en esta ocasión llevando los extremos hacia abajo.

Este método proporciona una fijación de alta seguridad, ya que la tela adhesiva ejerce igual presión hacia arriba que hacia abajo.

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Por último la fijación conocida como el «Tridente» consiste en:

1. Tomar una o dos tiras de tela adhesiva de 5 cm de ancho y 15 cm de largo.

2. Dividir longitudinalmente en tres la tira adhesiva.

3. Adherir en una de las mejillas y enrollar la tira central en el TOT hacia la comisura.

4. Adherir las tiras restante en la parte inferior y superior de la boca.

5. Si se desea puede colocarse en un solo lado, según el nivel de sedación del paciente.

 fijo3

fijo4

Bibliografía:

  • Video sujeción TOT nudo de alondra: https://www.youtube.com/watch?v=5XI7unevN-8
  • Video sujeción TOT con esparadrapo: https://www.youtube.com/watch?v=yAuiqLj6BKM
  • Artículo que compara cuatro tipos diferentes de fijación de tubo orotraqueal: http://zl.elsevier.es/es/revista/enfermeria-intensiva-142/evaluacion-comparativa-cuatro-metodos-fijacion-tubo-orotraqueal-13008794-original-articles-1999
  • Revisión sistemática de las mejores prácticas para fijar TOT: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmedhealth/PMH0022630/
  • Artículo que compara tres técnicas diferentes de fijación del TOT: http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0422763814200276
  • Web con diferentes tipos de nudos de ballestrinque: http://www.xente.mundo-r.com/nudos/ligadas/ligadas.htm
  • Ventilación Mecánica Editorial Panamericana, 2º ed. Cap. 15, pág. 410

Así pasamos las horas ….

nursenigh1Esto no es ninguna inocentada, ni ninguna de las noticias que oiréis hoy a lo largo del día, simplemente quería  relataros el trabajo realizado por nuestro colectivo y que os sintierais identificados con él, en algún momento del relato.

No se en qué año empezaron las antiguas veladoras a realizar su cometido, que como bien dice la palabra, se dedicaban a velar por el descanso nocturno  de los pacientes; también había algunas que se dedicaban a cuidar a los enfermos más inestables, a hacer las tareas que hoy en día son realizadas por la Enfermería.Esta pequeña introducción viene a colación de explicaros de manera sencilla y comprensible (y  si me permitís, con unas notas de pequeños toques de humor), de cómo vamos pasando las noches en esta profesión…

Las noches son duras en cualquier trabajo o profesión,quién no prefiere estar durmiendo en casa a estar trabajando?; pero en nuestro entorno y más en una Unidad Especial como son los  Cuidados Intensivos, es mucho más dura si cabe.

Para empezar , el ciudadano de a pie se piensa que estamos muy bien retribuidos y que cobramos un montón y que para» ir a dormir « que nos pagan bastante bien..¡¡¡Nooooo!!! nada más lejos de la realidad,cobramos por hora ,¡sí!, pero 2 euros con algo ó 3 con algo y después… aplícale el % de IRPF y descuentos varios y se nos queda en nada…¡vamos! que casi regalamos nuestro tiempo… ¡con eso que esta profesión es vocacional todo nos debe de parecer bien!…¡¡Ja!!

Como iba diciendo, en una Unidad Especial, los pacientes están monitorizados, tienen abundantes drenajes, se les curan las heridas cada vez que lo precisan, se les hace su cambio postural correspondiente a las horas marcada y entre una hora y otra ,después de realizar todas las tareas pautadas..¿Qué te quedan?…Diez minutos escasos para repasar el tratamiento y preparar medicación para la siguiente hora… todo esto si llevas un paciente, si son más, multiplica por dos o por tres y así sucesivamente, ésto en cuanto a las enfermeras se refiere, que en cuanto a los TCAES (técnicos en cuidados de enfermería) aparte de ayudar en todas las tareas anteriormente citadas, tienen que reponer los carros de curas, los carros del box de cada paciente, preparar la lencería del día siguiente, reponer Farmacia, etc…Vamos, que una «reponedora del Carrefour» (con todo mi respeto hacia su persona) reponen menos que las TCAES…

Bien , pues aun así, entre hora y hora , como dije y para no caer en las garras de ese duende llamado Morfeo,  realizamos trabajos manuales según la época del año…en  veranito unas hacen pulseras, otras bolsos de trapillo…¡¡¡INGRESO!!!… ¡A la porra!.Ya se me ha escapado un punto y la madeja por el suelo….Atendemos el ingreso, realizadas las técnicas regladas para ello y una vez estabilizado, fuera de peligro y confortable el paciente, tenemos un ratito para cenar, lo hacemos en dos turnos ; mientras unos cenan otros realizan las tareas antes mencionadas y seguimos.

Las más intelectuales se ponen a leer un nuevo libro en el e-book,y las más tradicionales en uno de papel. Las emprendedoras se ponen a terminar ese trabajo que le pide la Universidad, algún articulo para esa revista donde es colaboradora, ideando algún trabajo para el próximo Congreso o Jornada correspondiente…En febrero me llevo el disfraz de mi hijo y lo acabo que se acerca el carnaval.

Ahora en Navidad, preparamos cositas para un mercadillo solidario, marcapáginas, pendientes, alguna labor de punto, pero siempre hay alguien que prefiere las nuevas tecnologías y se pone a jugar con el móvil..¡¡Ostras, mira 120 puntos en el apalabrados, Ehh, ya voy por el nivel 300 del Candy Crush!! o se pone a whasapear a las 4 o las 5 de la mañana...¿ Quién està despierto a esas horas???…Nosotros por ejemplo…

Ya son las 6 de la mañana y estamos terminando de realizar el cambio postular que toca..RINGGG RINNGGG…el teléfono suena y nos indican que suben a un paciente urgente que hay que transfundirle sangre y pasarle volumen a tutiplén. Llega y nos ponemos manos a la obra, unos canalizan las vías, el médico intuba  corriendo pero controlado y otras bajan y suben varias veces a laboratorio y banco de sangre para retirar hemoderivados…ya han pasado dos horas desde que llegó el paciente y seguimos con él . Y empiezan a llegar los compañeros del turno siguiente, contamos el parte de la noche y salimos, cual borregos, de la unidad hacia los vestuarios, cansados a más no poder y con las piernas hinchadas y «sudando como Camacho«…ahora que la ciudad empieza a despertar, nosotros llegamos a casa agotados pero orgullosos de realizar este trabajo.

Lo narrado pasa normalmente en un turno de noche de cualquier hospital, trabajamos a turnos, alternando con noches, las cuales están cubiertas los 365 días del año, y ahora en estas fechas, que la gran parte de las personas cenan con «su gente», nosotros tenemos que sortear para ver qué «noche clave» trabajamos…En Nochebuena y Nochevieja realizamos la misma función descrita, y como también somos una pequeña familia, esas noches cenamos juntos, siempre que la dinámica de la unidad lo permita…

¡¡¡FELIZ AÑO 2015!!! Que vuestros sueños y expectativas se cumplan

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Las enfermeras… y aquella fragancia

 

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 Por Fernando Savater

LAS ENFERMERAS…

«Soy de los que no le reconocen al dolor ningún mérito ni ningún provecho, pese a la opinión contraria de tantos moralistas para los que al bueno se le nota la virtud en lo mucho que padece o esos pedagogos horrendos que hacen entrar la letra con sangre. No es verdad que “quien bien te quiere, te hará llorar”: el que te quiere de verdad procura que no sufras o te alivia cuando inevitablemente estás sufriendo. Sin embargo, quitarnos de las sienes la corona de espinas y destronar al dolor de su prestigio no implica aborrecerlo hasta el punto de ignorar su vinculación con nuestros placeres: el que ama disfrutar no puede considerar totalmente inaceptable padecer, porque el mismo cuerpo sensual nos permite lo uno y nos impone lo otro.

La alegría de vivir no le plantea exigencias a la condición humana, en la que el sufrimiento está incluido. Y la anestesia es un bendito paliativo momentáneo, pero resulta la muerte en vida si se perpetúa como el único nirvana que nos atrevemos a desear. Amén de constituir un peligro, pues el dolor es una señal de alarma y no poder padecerlo, nos deja desarmados, como señaló en un artículo reciente Rosa Montero.

¿De qué dolor estoy hablando? Desobedeceré este aforismo de Cioran, repitiéndolo: “Una verdad que no habría que decir nunca a nadie: sólo hay sufrimientos físicos”. Lo que pasa es que en nosotros, los humanos, lo físico siempre se la arregla para trastornarnos el alma…Por tanto, por favor, que nos ayuden a sufrir lo menos posible o que al menos no nos dejen solo en la rabia del dolor. En la vida hay muchas tareas y valoro ante todo las que atraen júbilo, pero la de asistir o acompañar al doliente no me parece desdeñable frente a ninguna otra, ni siquiera menos gozosa, siempre que respete la opinión del que sufre sobre su propio sufrimiento.

El dolor implica una humillación porque nos pone en manos de los demás, a la par que nos despersonaliza: nada se parece tanto  como un gemido a otro y los órganos averiados se singularizan, pero a costa nuestra. Ayudar al que sufre debe, pues, consistir en no aprovechar nunca su desvalimiento para manipularte (¡ni siquiera “por su bien”!), en respetar la frágil dignidad embrutecida por los padecimientos y en apoyar esa personalidad irrepetible que por inercia se convierte en simple “caso clínico”.

Esta forma de tratar con el dolor no es sólo humanitaria, sino, ante todo, humanista y tropieza con grandes dificultades para aplicarse en nuestros hospitales masificados, donde se agolpan demasiadas personas como para que logren seguir siendo consideradas del todo y todo el tiempo como personas. De aquí el enorme mérito del personal sanitario que conserva en la práctica ese difícil humanismo clínico pese a las circunstancias adversas.

Y dentro de ese personal yo destacaría a las Enfermeras, porque me parece que su función las hace estar de manera más permanente, mucho más detallista, en contacto con las incidencias penosas del sufrimiento. El médico interviene para curar, aparece y desaparece con algo de superioridad taumatúrgica sobre el paciente, pero la enfermera sigue a mano hora tras hora, lidiando las quejas, aliviando con una sábana limpia o una almohada fresca el lento arrastrarse de la duración del dolor, lo que más nos escandaliza de él. El acierto del médico nos puede salvar la vida, pero el humanismo de la enfermera nos conserva lo dignamente humano de nuestra vida durante los padecimientos: nos ayuda a ser compatibles con nuestro dolor. Ambas cosas son vitalmente importantes…

Me hace gracia esa costumbre de las enfermeras de llamar a los pacientes por su nombre de pila: lo primero que pierde uno al entrar al hospital o una clínica es el apellido. Te sientes así más joven y, por tanto, como más propicio a la salud. Y también tiene algo de conmovedor ese truco de hacernos preguntas sobre el trabajo o el lugar de origen para distraernos del mal trago que estamos pasando. Aunque a veces el resultado sea mediocre. Como ese buen hombre al que, mientras le metían una sonda por cierto órgano comprometido, la enfermera le preguntó casualmente de dónde era y él aulló, no sin cordialidad: “¡De Santander, coño!”.

… Y AQUELLA FRAGANCIA

La primera enfermera suele ser la madre: y es la que nos prepara lo mejor de todas las demás. Cuando estaba enfermo de pequeño, al comenzar a remitir la fiebre, la mía me frotaba la frente y las manos con agua de colonia. Aquella fragancia quedó para siempre en mi recuerdo como el triunfo sobre el dolor, presagio perfumado de la salud nueva. Aún ahora vuelve su memoria para aliviarme y darme ánimo en los peores trances. Estoy seguro de que, por débil que sea, podré olerla también en mi agonía y desmentirá a la muerte».

 

Fernando Savater  (La boca desbocada: El País).

Extraído del periódico ELPAÍS SEMANAL nº 240 del 24 de septiembre de 1995.

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Soñar para ser

 

 

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Mírennos a todos. Concentrados en la complicada tarea de descifrar el uso del desfibrilador. El aparato ha estado cubierto durante meses por un paño en la esquina más húmeda del quirófano. Sin estar enchufado a la red eléctrica. Forma parte del ajuar hospitalario que una gran ONG  ha donado, junto con otra dotación técnica, al hospital de Mannar, en Sri-Lanka. Es una lástima que nadie sepa utilizarlo, ni ocuparse de su mantenimiento. Ni haya posibilidad de que alguien sepa repararlo o cuente con piezas de recambio en caso necesario. Es lo que sucede cuando tu hospital, ese donde trabajas y al que acudes en turnos dobles la mayor parte de los días, está en zona de guerra. Por esta razón es subsidiaria de generosas y estrambóticas donaciones por parte de varias ONGs. Como las que hacía Luis XIV en su corte a aquellos que le agradaban. Te concedo estas tierras, pero no me pidas que te enseñe el tipo de vid que prosperaría en ella…faltaría más. Deberíamos estar orgullosos de tener al desfibrilador con nosotros, dirán los coordinadores de la ONG donante, nos da una imagen inmejorable en las fotos. Como…de prosperidad.

Tampoco se dejen engañar por la prestancia y el almidonado de los  uniformes de los enfermeros. Cuando finalice su turno, se irán corriendo a sus casas sintiendo el temblor de la tierra que pisan a consecuencia del bombardeo en la aldea vecina. El gesto de su cara no cambiará en ningún momento durante el trayecto. Porque desde que eran niños, conviven con ello. Simplemente, no saben de una vida sin guerra. A pesar de esa normalización, hay hechos que logran alterar el quehacer diario de sus cuidados.

Uno de ellos llegaría en medio del monzón. Dos días antes de la imagen que contemplan, el quirófano se vio invadido por la llegada de unos soldados con graves heridas de guerra. Dichos soldados, forman parte del ejército gubernamental que amenaza, tortura y rapta impunemente a gente como familiares, vecinos y amigos de los mismos enfermeros y médicos que  deben atenderlos ahora en el quirófano. Y todo a causa de pertenecer a diferentes etnias. Sin embargo, cuando esos soldados con traumas torácicos y fracturas múltiples llegaron, todos esos tiesos uniformes blancos fueron corriendo a cambiarse para vestir un pijama quirúrgico. Tanto los que estaban de guardia, como los que no.

El miedo a las represalias si los soldados mueren también se encuentra presente en el quirófano, como otra enfermera más. Y de nuevo se detecta la entereza en sus gestos. A pesar de los gritos de los mandos militares y las boquillas de los kalashnikov asomando por la misma puerta de quirófano.  La enfermera blanca, esa que también sale en la foto, despeinada y casi impropia ante esos modelos de uniformidad, cree que guarda la compostura sólo por  presión de grupo. Pero siente que el sudor frío que corre por su espalda no se debe precisamente al calor de los trópicos. Después de unas horas intentando estabilizar a los soldados, uno de ellos presenta una arritmia que precisa el uso de desfibrilador. Lo encendemos, y tras aplicar dos descargas eléctricas (¡que Dios bendiga a los generadores!), el corazón retorna a un ritmo aceptable dadas las circunstancias.

El día pasa, los soldados son finalmente trasladados a un hospital militar y el aire del pabellón quirúrgico se hace más respirable sin las armas y los ojos vigilantes del ejército fijas en nuestras nucas. Nos sentamos todos en la antesala de quirófano, sudados, agotados, con una sonrisilla de supervivientes colándose en la comisura de nuestros labios. Una gran taza del exquisito té de Ceilán volverá a poner en orden nuestras venas secas tras tantas horas de movimiento y calor opresivo. Hacemos un repaso de nuestros mejores y peores momentos dentro del quirófano en ese día difícil, Uno de los enfermeros me comenta que nadie sabe usar el desfibrilador. Y que esto no debería continuar así. -¿Qué ocurrirá cuando vosotros os marchéis? -me dice-se quedará en el rincón debajo de un paño, olvidado por todos, seguramente. Todos asienten, de acuerdo. Quieren ser independientes. Es su derecho. Y mi deber allí.

En ese momento recuerdo las palabras de Aristóteles: “todos los hombres tienen naturalmente el deseo de saber” En ellos ese deseo es abrumador. Y a partir de la clase que contemplan en la fotografía, todos acudimos cada sábado a aprender cómo ser mejores enfermeros. Construimos juntos una escuela improvisada de enfermería. En esa escuela, teníamos sólo una pizarra, unos rotuladores que apenas pintaban y unas sillas destartaladas. Lo que nos sobraba era ilusión.

Se trató de un intercambio desigual. Yo les transmití unos conocimientos teóricos y prácticos, fruto de mi experiencia previa. Ellos me legaron algo mucho más valioso: la esperanza. A pesar de su situación, en ellos se encontraba siempre presente la idea de que lo bueno estaba por llegar, de que aparecería alguna solución por el camino. Y eso les hacía tremendamente capaces de transformar su realidad. Hábiles para caminar con paso seguro  por encima de la tierra temblorosa y fragmentada por las bombas. Ellos, simplemente, soñaban para ser.

 


Manifiesto por una #EnfermeríaVisible

 

#EnfermeriaVisible«12 de Diciembre: Día Internacional por la Visibilidad Enfermera »  

Desde Nightingale&Co, nos unimos a esta iniciativa y reivindicamos el reconocimiento de nuestra profesión y la visibilidad de la Enfermería:

La realidad de la atención sanitaria española la componen diversos colectivos profesionales con la misma importancia en el resultado final para el paciente y la población. En este grupo se encuentran, además de los médicos, las enfermeras, las auxiliares de enfermería, las matronas, los celadores, así como otros colectivos como los fisioterapeutas, farmacéuticos y demás integrantes del equipo sanitario.

Como recoge la Declaración DEGRA, el conocimiento enfermero es el legado que la Enfermería como ciencia dirigida al cuidado de las personas y que desempeña para el bien de la humanidad. Sin embargo, existe una preocupante tendencia a no visualizar la profesionalidad y labor de las enfermeras y del resto del equipo sanitario, minimizando su impacto asistencial, así como su función social y su capacidad para producir beneficios directos en la ciudadanía de forma independiente.

El colectivo enfermero de este país siente una profunda (y continua) falta de
reconocimiento social, político y profesional. No compartimos que cuando se habla de atención sanitaria y de la prestación de servicios de salud a la población, ésta sea entendida sólo como atención médica y que se contemple como un entramado al servicio de terceros y no del paciente, olvidando que la curación se consigue a través de la dedicación de un colectivo multiprofesional conformado por diferentes profesiones de servicio.

Pese a que las actuaciones profesionales de las enfermeras abarcan desde los
cuidados más básicos hasta actuaciones enfermeras de práctica avanzada,
consideramos preocupante que la alta especificidad, cualificación y capacitación técnica de la enfermería española pase inadvertida, y más teniendo en cuenta la alta consideración que si tiene esta profesión fuera de nuestras fronteras.
Para mejorar esta situación, un grupo de enfermeras clínicas, académicas, gestoras e investigadoras han redactado la presente Declaración que pretende recoger peticiones y que invitamos a suscribir a todas las enfermeras españolas desde un plano personal e institucional.

A las enfermeras españolas les pedimos: 
1. Que  practiquen la asertividad,  empatía e inteligencia emocional y que ante todo y sobre todo mantengan el foco en el respeto al paciente, a sus acompañantes y al proceso que sufren, recordando que la mayor parte de las reprobaciones hechas por nuestros usuarios se producen por estos motivos.
2. Que se sigan esforzando en ofrecer los mejores cuidados posibles utilizando para ello la mejor evidencia disponible.
3. Que, desde el rigor e independencia científico-técnica, dignifiquen la profesión con cuidados adaptados a la práctica basada en la evidencia.
4. Que  trabajen en la mejora de la imagen profesional de la enfermera y
transmitan la mejor imagen social posible tanto a pacientes, acompañantes y al resto de los colectivos sanitarios.
5. Que reclamen a sus representantes colegiales, sindicales e institucionales
estrategias de comunicación que favorezcan una mejora de la imagen social de las enfermeras ajustada a las necesidades que reclama el colectivo profesional.
6. Que pongan en valor la profesionalidad de las enfermeras en el ejercicio de sus funciones con un cuerpo de conocimientos científicos propio.

A las organizaciones sanitarias les pedimos:

1. Que reconozcan la labor de la enfermería como parte sustancial e
imprescindible del acto sanitario en mismo nivel de importancia que la del resto de profesiones sanitarias y lo materialicen en acciones concretas como el desarrollo definitivo de las prácticas avanzadas o las especialidades.
2. Que reconozcan el valor añadido que supone la alta cualificación de las
enfermeras españolas facilitando la adopción de nuevos  roles y responsabilidades.
3. Que reconozcan la necesidad de contar con la participación de los
profesionales enfermeros en la toma de decisiones tanto sanitarias como de orden político con trascendencia en la salud de los ciudadanos y en bien de estos.
4. Que pongan en valor la capacidad de las enfermeras españolas para ser pieza fundamental en el afrontamiento de los nuevos retos del sistema sanitario dado el impacto real que tiene el cuidado enfermero sobre la nuevas necesidades de los usuarios del sistema sanitario y de la población en general.
5. Que promulguen acuerdos, alianzas, y pactos estratégicos de forma que todos los colectivos se encuentren debidamente recogidos y representados para que de este modo se logre alcanzar de una forma real los objetivos establecidos para estos.

A los medios de comunicación les pedimos:

1. Que realicen una presentación real y objetiva de la asistencia sanitaria, sin
utilizar estereotipos de la profesión enfermera, que desfiguran el verdadero
carácter y esencia de esta profesión.
2. Que tomen medidas para reconocer, y en su caso modificar, el error de dirigir el foco solo a algunas profesiones al elaborar sus informaciones dado el impacto que tienen sobre la opinión pública.
3. Que profundicen en el conocimiento de las funciones, contenidos, capacidades y resultados en salud de las distintas profesiones y gremios que intervienen en el acto sanitario, respetando el rol y el peso de cada una.
4. Que identifiquen y denominen correctamente a cada una de las profesiones sanitarias evitando utilizar acrónimos, siglas o calificativos inapropiados que impliquen una minusvaloración de la profesión o la transmisión de una imagen errónea del colectivo.
5. Que favorezcan la presencia de profesionales de enfermería en los medios de comunicación.
6. Que se esfuercen en encontrar lugares de encuentro que permitan a estos
profesionales compartir con ellos los avances e innovaciones que tienen impacto en la calidad de vida y salud de la población y de la sociedad.

FUENTE:  www.enfermeriavisible.es y el link al manifiesto: http://enfermeriavisible.es/?page_id=60


Isla Correyero: Diario de una enfermera

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 “Le pedí que saliera conmigo  a los caminos y me acompañara en la fraternidad del viaje”

Hoy queremos dedicar nuestro espacio dominical a una mujer,  escritora y poetisa .Fue galardonada con el premio de poesía Ciudad de Córdoba “Ricardo Molina” en 1995. Hablamos de Isla Correyero.

“Diario de una enfermera”  es uno de sus libros más especiales, pues narra de una manera poética y respetuosa, su trágica experiencia hospitalaria, vivencias personales durante la agónica estancia hospitalaria de  su padre, enfermo y a quien dedica ,de manera especial, este libro.

Os recomiendo la lectura íntegra del libro, sobre todo, si os gusta la poesía. He seleccionado cuatro poemas, espero que os gusten.

 

AMANECER, 11 de diciembre de 1993

Cuando llega este tiempo siempre es así.

Siempre es así la sensación de límite junto a esa otra

violenta niebla de belleza que me sacude sin poder

alcanzarla.

Salgo del sueño en estos días, con los ojos llenos de

lágrimas y sombras,

apareciéndoseme los hundidos rostros de los que se

fueron en las claridades temblorosas de la madrugada.

Aquellos plateados muertos que caían al amanecer y

envolvíamos percibiendo que regresarían.

O aquellas otras lágrimas de las enfermas

y sus hijos,

de las hermanas medio dormidas

encima de las mantas,

en el suelo, pidiéndome, infinitamente tristes,

que les retirase la tortura de la noche y la muerte.

Está tan lejos todo y, sin embargo, cuando me llega

este tiempo de dolor,

no hay distancia en mi noche ni en la suya.

Sigo reviviendo las convulsiones del amanecer,

la expresión alarmante de los rostros,

los envueltos cadáveres que vuelven destruyendo la

madera y las sábanas,

más acá de los muros.

 

17 de mayo de 1995

Mi joven y vertiginoso padre ha ingresado en la UVI,

tocado por la muerte.

¡Oh, sus párpados negros, sus números azules!

 

29 de mayo de 1995

La enfermedad une más que el amor.

 

Aquí, los paseantes pálidos,

van atravesando sus pérdidas y se arriman,

unos a otros,

como huérfanos despedazados por la luna.

 

PARA QUIÉN ESCRIBO. 10 de octubre de 1995

Mi hijo de diez años me ha preguntado para quién escribo.

Mi palabra sale de la afonía de una guardia, de un sufrimiento crónico.

Escúchame, Paolo, yo quisiera escribir para todos los que sufren en esta larga galería de la muerte.
Para los que lloran por el clima y desfallecidamente caen entre las sábanas mojadas.

Para las madres que nunca acaban de perder al hijo estremecido y permanecen a su lado las horas eternas de las tinieblas.

Escribo para los ancianos sin sucesión ni campos de manzanas que llaman solitarios a los timbres temblando por su incontinencia.
Para el bálsamo de su inmovilidad escribo en el lavatorio de sus heces.

Escribo, Paolo, para las alas fosfóricas de la guadaña que pasa cada noche sobre el piso noveno y deja caer su cucharón de palo para comerse al más ausente.

Para los hijos, escribo, los hijos que fuman los cigarros amargos a escondidas y lloran lágrimas nerviosas porque aún no han accedido a la soberanía de la enfermedad.
Para las hermanas levísimas  que besan en los labios y en los dedos la amarilla delicia de la fiebre de su hermano.

Dulce niño que no comprenderás ahora estas palabras que levanto:

Para los enfermos atados a las camas que ven las rápidas transformaciones de la luna y las tortugas.

Para las esposas continuas que sólo van a casa a lavarse el olor y la vertiginoso lucidez de los zumbidos.

Escribo, Paolo, para el amante que no podrá entrar a besar a su amado y que sufre llamándolo, sin voces: amor mío, amor mío.

Escribo, Paolo, para valorar el trabajo de las limpiadoras que renuevan el hospital y el ruido de la orina.

Para los delicados y sorprendentes celadores, las voladoras cocineras, los peluqueros ágiles, los dóciles suplentes.

Para las enfermeras azules de la eternidad y sus ayudantes, los médicos humildes.

Para los estudiantes que vienen a devorar la enfermedad con su infantil y entusiasmado volumen de primero.

Para la paciencia y la misericordia escribo.

Para declarar que el olor de los medicamentos y las deyecciones percipitan las tragedias.

Para los transplantados, los locos, los quemados, los absortos en el estrabismo de la muerte.

Querido niño azul, yo escribo para los animales que trabajan en el ovillo de la hierba y nunca acaban de vagar por el animalario.

Y sobre todo, sobre todos los seres de este mundo, yo escribo para él, tú ya lo sabes, para él, que se ha ido en esta primavera y se ha llevado todo mi derrumbado diccionario de la medicina.

Correyero, Isla. Diario de una enfermera. Madrid: Ed. Huerga y Fierro, 1996.