Del que «Recorre Pasillos»
Miro el reloj del ordenador. Tan sólo son las 4.22h de un sábado. Hay rumor de ruidos de transfondo en las Urgencias Generales del hospital. Siguen entrando pacientes de todos los colores, principalmente amarillos y algún que otro naranja. Hay fiestas fuera, en uno de los barrios próximos al hospital. Peleas, botellazos, gritos, cortes, heridas, sueños, …. personas ebrias que acuden al hospital y, detras del mostrador, nosotros.
Cuando comencé en esto, veía la vida pasar de otra manera. Las suelas de los zapatos han desgastado muchas losas del suelo con su ir y venir cotidiano. Pero, la verdad, es que las cosas no han cambiado tanto. Después de tantos años…
Hay cambios, pero sólo personales. Las instituciones y, los mandos intermedios como ahora gustan de ser llamados, siguen viéndonos como peones enrocados defendiendo a su rey. El problema surge, cuando miras hacia atrás con tu espada en la mano dentro tu casilla blanca o negra y no hay a quién defender. Aprendes que tú eres ese rey y, por lo tanto, el objeto de la defensa.
No hay táctica de defensa ni ataque. Te enseñan a ver al otro como el miembro del equipo contrario contra el que tienes que luchar. Contra el que sientes que tienes que luchar. El objetivo marcado no tiene cruz ni casilla que marcar y dentro de la sopa de letras alguien se olvidó de señalar las palabras pendientes de localizar.
Pero tú, continúas recorriendo pasillos.
Buscas tu camino de baldosas amarillas. Te dicen que existe un mundo lejano llamado «OZ» y que sí que existen caminos que conducen hacia él. Nadie te informa de que la tendencia es la de no tener dirección en el camino. Las intersecciones no conducen en línea recta y los gps no tienen localizado ese lugar dentro de sus mapas.
Sólo tú, continúas recorriendo pasillos.
Te aferras a tu mundo externo. Mundo de pompas de jabón y pompas de jabón convertidas en mundos. Tus mundos. Tu gente adquiere un protagonismo especial. Tu pareja se convierte en un punto de referencia y rescate. Tus palabras comienzan a tomar otro tipo de significados según los labios que las proyectan y expresan. Todo lo que es «tu» se convierte en algo muy importante.
Mientras tanto, continúas recorriendo pasillos.
Y los pasillos se recorren solos. Las baldosas amarillas se desdibujan con los pasos y los años. «OZ» cambia su nombre cada cierto tiempo y se vuelve una ciudad perdida con estructura de piso o casa. Tu gente comienza a dejarte fotos en la mesa del salón para que continúes sabiendo de ellos. Las caras del resto cambian en festivos y fiestas de guardar.
Siempre tú, continúas recorriendo pasillos.
Hasta que llega el momento. El cuadro de la pared del salón es un autorretrato. Una entrada en la sien con canas laterales. Piel de naranja en zonas con nombres que no te interesa recordar. El puzzle con las fotos del salón en el que tú sólo eres el espectador.
Hasta aquí, continúo recorriendo pasillos.
Mi tiempo de vida existe, cambia y se adapta. Tiene el mismo grado de importancia que el de aquellos que insisten en descontarlo de tu reloj. Mi puzzle existe, cambia su imagen al ritmo que yo quiero que cambie. Mis sueños existen, cambian y se ajustan como las juntas que contienen el agua del lavabo. mi respeto al mundo se ajusta a ti, a la forma en la que me diriges tus intenciones y subyacen tus pensamientos no expresados. Mi «OZ» particular existe, adquiere envergadura a medida que nuevos pobladores ocupan casas y llegan nuevos niños que juegan en las calles.
Ahora soy yo el que decide cotinuar recorriendo pasillos.
Decido quienes son los generales de mis guerras. Unos me los encuentro impuestos, otros los elijo yo. Unos se auto-erigen generales con pretensiones de peón de guerra. Otros deciden serlo por cuestiones que todavía no acierto a encontrar. La realidad sólo es una. El general que genera siempre se interesa en seguir generando para que lo generado genere generación.
Hay un refrán muy español que dice: «la Mujer del César no sólo tiene que ser honrada, sino parecerlo».
Los pasillos recorridos me motivan a recorrer más pasillos.
Y entonces, el espejo se sitúa delante de mi cara. Me enseña las canas y las entradas laterales de las sienes. Y me recuerda las fotos de la mesa del salón. Esas fotos que me definen y me conducen hacia delante. Las cosas que de verdad importan. Aquellas que se deberían conocer para que los pasillos que recorro tengan profundidad y amplitud y no sólo sean imágenes de pared.
Ocultar la cabeza detrás del árbol que no existe no evita que los juncos no sirvan de camuflaje. Alguien se olvidó de que trabajamos juntos, con el que «recorre los pasillos». Nos necesitamos puesto que como general de ese ejército al que pertenezco se necesita planificar las estrategias de combate. Pero no se nos puede sacrificar a la primera de cambio. Es necesario recordar que existen generales porque hay un ejército que necesita que se sea general. Es necesario salir del ensimismamiento personal para ganar la guerra.
Futuro: seguir recorriendo pasillos.
Y seguiré estando, creando, soñando, creyendo, mirando, coleccionando, sondando, amilanando, generando, cuidando, pensando, respetando,… recorriendo pasillos con zapatos de ballet.
A ti, querida supervisora.